Por nuestras dulces niñas
Por: Verónica España, Licda.en Comunicaciones y columnista de El Norteño News
“Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan”: es un post muy compartido en diferentes redes sociales con el propósito de fomentar el respeto hacia las pequeñitas.
Y aunque la mayoría de adultos estamos muy de acuerdo con esa frase, ¿qué pasa cuando el agresor es un hijo nuestro de apenas 8 años, que le pega a una compañerita de la misma edad?, la razón: sólo porque la niña le contestó una pregunta que no iba dirigida a ella y sumado eso, agresiones verbales de parte del niño hacía la pequeña, tales como: “no tienes nada que hacer en esta fila”, “cállate”, “no es contigo la plática”; situaciones recurrentes que la niña manifestó a su maestra, quien corregía al niño sin que él hiciera caso.
Llámese bullying, maltrato, agresión o con cualquier otra palabra; eso no es lo que interesa, lo que en realidad importa es detener esos abusos a cualquier edad y todo empieza en casa. Y no solo hay que enseñar a las niñas a defenderse y a alejarse a la primera, hay que instruir a nuestros niños a respetarlas y de todos es conocido que se disciplina mejor con el ejemplo; eso también es parte del amor.
Este caso expuesto es real y conocido de primera mano. Afortunadamente cesaron esas agresiones que no debieron darse nunca y no es justificable decir: “a la próxima vez te suspendo”, “a la próxima vez llamo a tus padres”, “a la próxima te quedas sin recreo”; no puede haber próxima, no debe haber próxima. La próxima vez puede ser demasiado tarde y el golpe no solo será un “morete” que la dulce niña tuvo en su pierna por muchos días por el puño del niño, la próxima vez puede ser algo más grave.
La pequeña preguntó a su madre si se le quitaría la huella de ese golpe, en ese momento la mami sintió que el corazón se le partió en mil pedazos y le dijo tratando de guardar la tranquilidad: “no te preocupes, se te quitara pronto, mi amor”. Y de inmediato la mujer pensó: aunque parezca una pequeñez, existe un trauma en la niña por ese golpe y la prueba es esa mirada de temor de regresar a colegio y encontrarse con su agresor.
Pues antes de un golpe debemos de actuar y poner un alto para que no toquen a nuestros pequeñitos, defendiéndolos, hablando sobre estos temas y no consintiendo a otros niños que tienden a agredir a los más pequeños. Seamos madres, padres, periodistas, maestros; todos debemos evitar ese tipo de conductas, no solo por el niño golpeado, sino por el agresor; porque mejor corregir en casa y no que en un futuro la vida lo corrija, pues no siempre lo hace de la mejor manera.
Aunque en el país existe una Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, esta queda en letra muerta sino se lleva a la práctica y obviamente una legislación no pueda aplicarse en un pequeñito, pero aquí hay un fuerte componente de responsabilidad en los padres o encargados de su educación.
Porque más allá de llevar cuadernos y libros de diferentes asignaturas, cada niño lleva en su mochila sueños e ilusiones, que no hay que permitir que se rompan. Porque cuántas veces hemos escuchado “Yo quiero trabajar de ….al ser grande”, “yo tendré una familia”, “ yo seré…”; esa magia que lleva cada frase de nuestros pequeñitos hay que luchar por materializarlas, y no permitir que el temor o los traumas sean obstáculos en sus vidas.
Aplaudo el hecho de enseñar a los niños a denunciar, a hablar, de que se enfrenten a sus miedos, pero también hay que enseñarles a respetar en todo lo que la extensión de la palabra representa. También es muy conocida una frase que “el mundo necesita amor”, pero considero que, además, necesita respeto y este debe de practicarse desde la tierna infancia.