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Ofrendas de amor para nuestros “Fieles Difuntos”

Verónica España, Licenciada en Comunicaciones y Columnista de El Norteño News

“La muerte sólo llega con el olvido”. Esta frase tan popularizada, sin duda, nos entra en el corazón y nos hace recordar a nuestros seres queridos que ya partieron de este mundo a un lugar mejor, donde ya no hay más lágrimas ni dolor.

Una tradición muy bonita de nuestros pueblos es conmemorar el día de muertos, este dos de noviembre y entre las prácticas destacan: el visitar los camposantos donde fueron sepultados, llevarles flores, cantarles y dependiendo de nuestra religión, dedicarles algunos ritos y oraciones; todo esto es una forma de honrar la memoria de los que ya no están.

Pero más allá de este día especial, ¿qué pasa después, cuando nos cae el dolor de la ausencia?. He escuchado a algunas personas que se refieren a estas irreparables perdidas con cierto rencor, rencor porque no tuvieron tiempo suficiente para expresarle al ser que falleció, todo el amor, cariño, y hasta el perdón que necesitaba. Y es que la vida se nos puede ir de forma abrupta, de ahí que nacen este tipo de sentimientos que no permiten aceptar del todo la muerte y nos pueden “matar” en vida, poco a poco.

Y es que siempre nos hará falta tiempo para compartir plenamente con quienes amamos. Sin embargo, considero que la oración o el hablar con un ser superior, independientemente de nuestra religión, alivia la tristeza del corazón.

Si bien el amor no puede curarlo todo, pero si reconforta y esto debe funcionar en una doble vía: al dar y recibir amor. Y, ¿porqué no empezar a amarnos a nosotros mismos dejando de culparnos por situaciones que no tienen retroceso?. Necesitamos dejar descansar en paz a nuestros muertos y aunque quizá ya no nos puedan escuchar, acompañarlos en su partida con expresiones de amor, gratitud y de perdón; nos pueden traer consuelo.

Nunca olvidaré que, hace algún tiempo, una pequeña vecinita que jugaba en la acera con otros niños, detuvo su momento de diversión al verme pasar y me dijo: “usted parece un ángel” pues yo iba con un traje blanco; obviamente ese es el mejor “piropo” que yo he recibido y lo único que hice, por las prisas de no llegar tarde al trabajo, fue tocarle su cabecita y decirle: “gracias princesa linda”. Fue un fuerte impacto para mí enterarme de su muerte, semanas después, pues padecía de una enfermedad que yo ignoraba. Su frase con su voz dulce quedo haciendo eco en mi corazón durante mucho tiempo, lamentando no haberme quedado con ella algunos minutos en esa oportunidad. Hasta que un día, cerré mis ojos, me la imaginé frente a mí y le dije: “Ahora tú eres un verdadero ángel, mi querida Melissa, el más bello”; fue un momento breve pero muy significativo para mí.

Definitivamente la muerte no da tiempo y esto lo comprendí, al igual que todos, cuando personas, cercanas a mí, fallecieron: entiendo el inmenso dolor de quienes lloran a sus muertos. Y es que la vida puede convertirse en una sucesión de despedidas muy dolorosas, pero esos golpes debemos utilizarlos a nuestro favor para sensibilizarnos, humanizarnos y reflexionar sobre la importancia de compartir más tiempo con nuestros seres amados.

¡Que perdure esta bonita tradición de llevar ofrendas de amor a nuestros “fieles difuntos”!. Pero también coloquémonos en nuestro corazón una ofrenda de flores, cuyos pétales del perdón y del amor, prevalezcan. Tampoco olvidemos una divina frase de una oración conocida por todos, que no lleva conformismo, sino altas dosis de paz: “Hágase tu Voluntad”.

Por: Verónica España, Licenciada en Comunicaciones y Columnista de El Norteño News