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El Coronavirus va marcando tendencia de rituales religiosos y confesiones espirituales a domicilio

Este Domingo de Resurrección tuvo algo atípico con una característica insólita. Los párrocos tuvieron que salir de sus iglesias para rociar agua bendita a sus feligreses hasta sus domicilios.

(EN News) Tal fue el caso de los habitantes de el Barrio El Calvario en la cabecera departamental de Chalatenango. Su vecindad salía con precaución a los corredores de sus casas a recibir la bendición de Dios a través del agua bendita que era rociada por un vehículo en marcha en cada una de las viviendas en señal de bendición.

En similares circunstamcias se llevó a cabo el ritual de procesión de Vía Crucis el pasado viernes; cada uno de los habitantes vieron desfilar en vehículo conducido por fieles creyentes apostólicos romanos el monumento bendito de Jesús de Nazareth.

La grey católica tomó esta iniciativa en Chalatenango a raíz de la cuarentena obligatoria y desde luego por el pánico que genera el coronavirus que ya contagió a más de 1 millón 700 mil personas en el mundo.

De moda confesiones a domicilio

En un poblado de Galicia, España, José Manuel Penela se ofrece las 24 horas para atender el llamado de cualquiera que lo necesite, ya sea una tarea religiosa o confesiones de creyentes.

Con guantes, mascarilla y con especial cuidando de no tocar nada, para evitar contagios de Covid-19, Penela, el párroco de San Froilán de Lugo, acude al llamado de los feligreses.

La confesión en casa es uno de los servicios que ofrece Penela, y por eso se ha convertido en uno de los curas más activos ante la crisis del coronavirus. Su teléfono está disponible las veinticuatro horas para lo que precise cualquier feligrés, ya sea aliviar pecados, compañía espiritual, o ir a comprar alimentos.

El cura pasa todas las tardes llamando por teléfono a personas que sabe que están solas, la inmensa mayoría de la tercera edad. Hace entre veinte y treinta llamadas y el número va creciendo cada día.

Las puertas de su parroquia se abren de par en par, para que la gente pueda entrar sin necesidad de tocar nada, pero los bancos están bloqueados. La idea es que nadie pueda sentarse en el templo, por miedo a que el virus se haya colado y se produzcan contagios.

Cuenta que hay curas de Madrid con temor que haya gente contagiada en la iglesia, así que está dispuesto a evitarlo. Ahora, la mayor parte de los contactos con los fieles son, por tanto, telefónicos, aunque la iglesia está abierta y cuenta que mucha gente acude al templo, buscando unos minutos de espiritualidad.