Famoso ex futbolista salvadoreño se gana la vida elaborando caretas de bioseguridad contra el Covid-19
Detrás de cada una de estas piezas de protección está toda una lluvia de ideas que dieron amigos, incluso su hermano que es ingeniero aeronáutico que trabaja para una aerolínea en Estados Unidos.
(EN News) Una llamada telefónica de un amigo le dio pie a Sergio “Gigio” Muñoz, exportero de la Selecta y diferentes equipos de la Primera División, para una gran idea: fabricar caretas de protección para los médicos que están en combate al Coronavirus.
Ese amigo le pidió que le imprimiera una pieza en tercera dimensión, en la impresora que ocupa en su joyería, negocio que ha tenido que cerrar debido a la pandemia. Ahí le quedó la inquietud de cómo hacer piezas funcionales para sus amigos médicos, quienes fueron los primeros beneficiados.
Comenzó a pedir ideas en el grupo de Whatsapp que tiene con sus amigos de estudios, entre ellos varios galenos, quienes externaron las necesidades.
Así echó a andar este emprendimiento, el cual no surgió con la idea de generar dinero, a pesar de que sí lo necesita para cubrir los gastos en su familia y pagarle a los empleados de su negocio.
Muñoz abrió el taller que tiene en casa y empezó a recoger todo el material que necesitaba: láminas de acrílico, paños de microfibra, aluminio que le proporcionó un amigo que hace ventanas y hasta tuvo que ocupar durapax de un trabajo de su hija que le pidieron en el kínder.
Detrás de cada una de estas piezas de protección está toda una lluvia de ideas que dieron amigos, incluso su hermano que es ingeniero aeronáutico que trabaja para una aerolínea en Estados Unidos.
Fueron dos pruebas que recibieron comentarios de los médicos para mejorar, hasta que en la tercera oportunidad consiguió la protección que se necesita en la primer línea de personal que está en los hospitales atendiendo a los pacientes.
“Tengo un montón de herramientas que usaba mi papá, él era muy creativo, todo eso me sirvió. Así fue como corté los acrílicos a la medida, los remaché, les pegué el durapax y al final creamos esas caretas, las primeras les dije a los compañeros médicos que iban a ser para ellos, se las iba a regalar, aunque tengan un costo.
Pero veo también la necesidad de protegerse, la angustia de llegar todos los días y no saber si uno va llevar la contaminación a la casa.
Para ellos es como un escudo protector”, dijo Muñoz. Así lo certificó el neumólogo Carlos Sosa Perla, quien atiende en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social: “(la careta) se ajusta cabal a la protección del equipo que tenemos en el Seguro, da chance de ponerse unos lentes protectores, pero con eso nos estamos cubriendo todas las áreas, es una barrera extra que nos viene a ayudar y que no nos interfiere con las gafas que ya teníamos. La medimos y como que fueran mandadas a hacer”.
En el ISSS le han proporcionado a los doctores un equipo de protección personal, pero quedaban áreas descubiertas, sobre todo el rostro, que es por donde se puede contagiar del virus.
“En el Seguro el traje viene con todo, excepto con esa mascarilla que estamos viendo que la usan en otros países, entonces se puede adaptar, hoy (ayer) tuvimos la demostración cómo poner y quitar el equipo de protección personal, lo probamos y la mascarilla calza sin ningún inconveniente”, agregó Sosa Perla.
Las caretas de “Gigio” Muñoz ya se empezaron a conocer en hospitales, sobre todo de la zona oriental, y ya le han pedido que fabrique más.
El neumólogo Sosa Perla, por ejemplo, señaló que le pidieron el teléfono del exguardameta, ya que estas piezas se adaptan bien a las necesidades y se pueden reutilizar, ya que se pueden esterilizar gracias al material del acrílico.
Muñoz, en vista de que los materiales no se los regalan, ahora ha pensado en venderlas, porque ya hay pedidos de otros galenos, el precio podría andar entre los $15 y $18, asegura:
“Mi intención no es aprovecharme de la crisis, si no solo cubrir los gastos, porque uno tiene gastos y la mano de obra que uno pone”.
Una de las primeras limitantes es conseguir los materiales, pero ya estaba en gestiones para poder conseguir un permiso que le permita a las empresas que venden los materiales, poder venderle y seguir en la fabricación.
Cada una de estas caretas, dice “el Gigio”, puede llevarle 30 minutos en armarla.
En cambio, si ocupara la impresora 3D que ocupa en el negocio, podría hacer solo una al día, ya que saldría en dos piezas, la impresión es tardada y tendría que unir las partes.
Mientras, el exportero sigue poniendo en práctica todos sus conocimientos para un doble propósito en esta pandemia.