La era digital nunca reemplazará el rol del maestro

En resumen, la Sociedad del Conocimiento parece haber recreado el ÁRBOL del paraíso terrenal: árbol de la sabiduría, del bien y del mal.

Mtra. Artemisa López Carrillo, columnista EN News

(EN News) Está comprobado y contra todos los pronósticos que la nueva Sociedad del Conocimiento y las nuevas tecnologías; si bien es cierto modifican y complementan, nunca sustituyen el rol del maestro.

Tanto la Sociedad de la Información como la Sociedad del Conocimiento son realidades globales que emergen con fuerza a partir de la última década del siglo XX. Entrañan dos nociones afines, pero distintas.

La Sociedad de la Información concierne a la creciente y vertiginosa capacidad tecnológica para almacenar más fuentes de información (datos y archivos), y para hacerla llegar -con mayor capacidad de difusión- más rápidamente a los usuarios.

La Sociedad del Conocimiento se refiere al discernimiento o apropiación crítica y selectiva de dicha información por parte de los ciudadanos de todas las naciones; no sólo para saber cómo aprovecharla, sino para transformarla en conocimiento cualitativo, es decir, APRENDER A APRENDER, y contribuir como individuos en la transformación cultural de su entorno.

Para las dos nociones, la información y el conocimiento tienen un lugar favorecido en la sociedad y en la cultura: de esto se desglosa que la creación, distribución y manipulación de la información constituyen un fragmento estructural de las actividades culturales y económicas.

Estas nuevas realidades sociales emergen con la implantación de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la vida cotidiana, incluyendo en especial las relaciones sociales, culturales y económicas, y el área de la Educación, vista como la preparatoria de la inserción de la vida de quienes conforman las nuevas generaciones en la vida productiva de sus comunidades y naciones.

En adición, estas nuevas realidades trascienden las fronteras nacionales, eliminan barreras de espacio, incrementan la productividad y el rendimiento al ahorrar tiempo de estudio y trabajo, y facilitan una comunicación ubicua y asíncrona.

Pero, INFORMACIÓN no equivale a CONOCIMIENTO: la información se compone de hechos y sucesos que pueden ser suministrados por una cualquiera de las múltiples fuentes que ofrecen los desarrollos científicos y tecnológicos.

El conocimiento es en esencia la interiorización, la interpretación personalizada de la información, dentro de un contexto, con la finalidad tanto de obtener más conocimiento como la de contribuir a la innovación para el mejoramiento de la calidad de vida.

Para la UNESCO el concepto pluralista de sociedades del conocimiento va más allá de la sociedad de la información. Apunta a las transformaciones sociales, culturales y económicas en apoyo al desarrollo sustentable. Los pilares de las sociedades del conocimiento son el acceso a la información para todos, la libertad de expresión y la diversidad lingüística.

Surge aquí una pregunta fundamental:

¿A quién –en ésta nueva realidad social- corresponde la tarea –que jamás podrá cumplir a cabalidad la tecnología por sí misma- en el vital proceso personal de aprender a seleccionar, interiorizar, interpretar, valorar y utilizar la información para bien de sí mismo y de los demás?

La respuesta es, deber ser solamente una: Esa tarea corresponde al Maestro, y a toda la organización que cumple el rol denominado “Sistema Educativo”.

Porque el Maestro es, además, el hilo conductor entre el aprendizaje a nivel individual y el sentido social, de trabajo en equipo, el sentido que explica el por qué y para qué se aprende.

En otras palabras, el Maestro es el imprescindible elemento de humanización de la Información para la socialización del Conocimiento.

La Sociedad del Conocimiento es una nueva sociedad que a la vez construye una nueva realidad. Re-estructura la subjetividad de todos. Asimismo, cuestiona la vigencia de la escuela como agencia del conocimiento, en tanto multiplica de manera incontable las USINAS que producen conocimiento. Es una sociedad ubicua, que está en todas partes, alimentando todo, controlando a todos como la MATRIX.

La Sociedad del Conocimiento ofrece múltiples versiones de la realidad y de los hechos. De suerte que no hay una verdad. Hay en su lugar una forma plural de llegar a la verdad. No produce conocimiento: acumula conocimiento en nuestro interior…
Pero somos nosotros quienes debemos procesarlo y relacionarlo; la Sociedad del Conocimiento es proteica, en continua transformación.

Nos obliga a cambia por completo la tradicional manera de enseñar y de educar. Porque instala nuevos formatos de aprendizaje y de alfabetización, transformando el concepto de cultura y de centros culturales de irradiación.

Por lo antes expuesto, me atrevo a asegurar que la Sociedad del Conocimiento, al poner en cuestión los títulos y las acreditaciones, produce incontenibles y profundos efectos en el mundo del trabajo y de la producción; rebasa el limitado y estrecho mundo de la política y la representación, y encuentra infinitas vías de acceso en las pantallas al alcance del ciudadano común.

La Sociedad del Conocimiento es una señal de identidad de la aldea global, basada en un crecimiento geométrico y exponencial, provocando en los usuarios sensaciones encontradas: una gran satisfacción por la información que se recibe y se apropia como conocimiento, y una gran desazón por lo mucho que se ignora de esa voluminosa información que no se puede apropiar.

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