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A diez meses de elecciones intermedias México debe abogar por golpear fuerte la corruptela.

Este cáncer afecta a la ciudadanía, la cual ve sesgado el recurso que en servicios y apoyos varios debe llegarle, aumentando la brecha entre quienes cada vez son más pobres en contraste de pocos que se enriquecen a su costa.

Mtra. Artemisa López Carrillo, Columnista de Opinión EN News

(EN News ) La población expectante del comportamiento de los partidos políticos también toma participación, mientras otros aguardan la oferta que se les ofrezca al tenor de los perfiles a elegir por los distintos actores políticos.

Se lamenta siempre que la mayoría no emita su voto, tal vez cansados de las formas tramposas de llegar al poder y de ejercerlo por los funcionarios públicos.

La pobreza y la marginación no son ya los únicos enemigos a vencer, hace mucho tiempo también la corrupción.

El escándalo de la constructora brasileña Odebrecht inyectando capital a las campañas políticas alcanzó a nuestro país, lo que dejó claro un vicio añejo comentado de boca a boca, que algunos empresarios delinquen en principio con una inversión que después los “políticos” les devolverán con creces.

Esto genera toda una espiral de corruptelas que afectan a la ciudadanía, la cual ve sesgado el recurso que en servicios y apoyos varios debe llegarle, aumentando la brecha entre quienes cada vez son más pobres en contraste de pocos que se enriquecen a su costa.

Sea por Dios que un día eso cambie, aunque el Evangelio de Lucas en su capítulo 22, versículo 25 nos refleje esa predicción divina en los gobiernos:

“Los reyes de las naciones las gobiernan como dueños, y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores”.