Ante los estragos del Covid- 19 no podemos llorar de brazos cruzados
Demos al prójimo sin esperar nada a cambio, brindémosle felicidad y apoyo con lo que podamos que luego para nosotros los premios bajarán de lo alto.
(EN News) La mitad de la población mexicana vive en condición de pobreza, de cuyo universo por lo menos el 10% se torna en condiciones extremadamente lamentables.
Razono ese estado de reflejo económico en las personas en relación con la contingencia sanitaria que vive el mundo, sin entrar en detalles, porque podemos entenderlos.
Los que gracias a Dios tenemos algún trabajo porque tuvimos acceso a educación superior, podríamos decir que sorteamos el actual estado de las cosas. Pero ¿acaso nos cuestionamos sobre la forma en que transcurren los días de los desvalidos?
Basta una pregunta: ¿Cuántos de esos pobres pueden resguardarse de esta pandemia en su casa, sin la preocupación de buscar el pan para sus familias?.
No podemos ser insensibles con los desprotegidos, menos con los que yacen en la miseria, que si por otro lado no tienen acceso fácil a la salud, les será inevitable sufrir.
El tamaño de su dolor probablemente sea incalculable, comparado al alcance de su necesidad mínima de alimentarse. Si es que nos lo imaginamos.
Nadie puede en esta temporalidad de necesidad, permanecer sin obsequiar algo que para el necesitado sea lo único que como alimento pudo probar en el día o días que no pueda proveerse.
Imposible no dirigir los ojos hacia arriba para elevar una y otra vez plegarias a Dios por ellos.
La oración, simple y sencilla, no queda sólo en el rezo de petición, sino que nos exige la caridad próxima diaria. La oración también es la vida misma, compartiendo con amor lo nuestro con los demás. Lo anterior no requiere de formalismos o cuestiones por el estilo, pende de no dejar caer a los demás.
Pero esto no es privativo de mi país, puedo decir algo muy parecido de nuestros hermanos salvadoreños y demás centroamericanos, como de millones de seres humanos por el mundo.
Sólo es una sencilla invitación, entrega misericordia al ser humano que se te presenta inmediato, al que cruza por tu camino cada día, busca una forma sencilla de ayudarlo.
Luego, da sin esperar la vuelta de nada, que entonces los premios bajarán de lo alto.