Un colapso político en medio de una pandemia

La estrategia de desgaste político de la derecha es canaliza el descontento de ciertos sectores y hace énfasis en que todo el actuar gubernamental se vislumbre como fallido.

Manuel B. Murcia, colaborador EN NEWS

(EN NEWS) De momento simpatizo mucho con la idea impulsada como gesta gubernamental de realizar cambios al esquema de juego político, para así construir poco a poco, una mejor sociedad salvadoreña; pero en este entorno político, muy pocas iniciativas gubernamentales, están exentas de amargos reproches públicos y privados, como traspiés que dificultan su aplicación o/ u implementación. (Ejemplo: la obligación de hacerse la prueba de covid 19 para entrar al país).

Al presidente Nayib Bukele, lo miran algunos como un sujeto advenedizo, y oportunista, o como un dirigente político muy insolente; que ha sorteado la pandemia con una gran dosis de suerte, y con una relativa efectividad; pero a las fuerzas facticas económicas y politicas, les estropea todo, porque intuyen, que si llega al próximo año, con su enorme caudal de seguidores fieles e incondicionales; podría obtener el control de la Asamblea legislativa, lo que le daría la posibilidad de gestar un régimen autocrático dispuesto a desmontar la institucionalidad democrática (o al menos como la concibe la ANEP, Cámara de Comercio de El Salvador o FUSADES).

En un país con una clase empresarial muy oligárquica, me parece que quisieran que el presidente de la República, fuese no más que el primer servil de la República, lo cual me parece una falta de respeto a su investidura como mandatario y su derecho a impulsar su agenda politica previamente concertada con el electorado.

Para este sector ultra acaudalado, nadie está por encima de sus fortunas e intereses, y sí no pudieron domar a Nayib por las buenas lo pretenden hacer por las malas.

Un cierto sector de Alianza Repúblicana Nacionalista, debe estar muy preocupado, pues como gobernante Nayib Bukele, expresa y resalta a su manera, las mismas características que le son fomentadas a su clase dirigente empresarial, pudiente y aristocrática; y que han hecho gala a lo largo de la historia salvadoreña.

Supongo que es como verse en un espejo «presuntuoso» que les pone en evidencia, ante la población, como individuos engreídos, rebeldes, y hasta cierto punto desconsiderados de las extremas necesidades de la mayoría de la población.

¿ O acaso no son presuntuosos y arrogantes, cuando discrepan ferozmente de la politica sobre la entrega de paquetes solidarios, conseguidos a un alto costo para mitigar el hambre del pueblo?

La estrategia de desgaste político de los areneros, canaliza el descontento de ciertos sectores y hace énfasis en que todo el actuar gubernamental, se vislumbre como fallido o equivocado; osea visto, en esencia, como actos mal planificados y aún peor ejecutados; aunque ante una crisis impredecible como la pandemia, no hubieran planes contingenciales, que estuvieran debidamente acondicionados a nuestra realidad salvadoreña.

Hay un cierto afán de criminalizar a ciertos miembros esenciales del gabinete, buscando constantemente la zancadilla a la operatividad institucional del gobierno; sin dimensionar en la justa medida, lo grave que ha sido la pandemia y sus aristas impredecibles, como para andar minimizando el asunto como si jamás sé hubiera tenido que recurrir a cuarentenas, cercos sanitarios y restricciones a la movilidad ciudadana etc.

El presidente no es perfecto, pero es un juego amañado quitarle o restarle credibilidad y legitimidad, sin darle condiciones para que prive el diálogo franco por sobre las intrigas políticas.

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