Son buitres los que están sobre el alambre,
en las calles escudriñándonos
intranquilos, sedientos,
observándonos esperando…
que la indiferencia
la enfermedad más contagiosa del globo.
«Termine ya por degollarnos»
la indiferencia es fulminante
inicia en la cabeza producto de la codicia
finaliza envenenandonos el corazón.
«Bravía es la mujer»
que crece en este planeta putrefacto,
con un huacal en la cabeza a cuestas,
resistente a esta pandemia
en la que el dinero es un «dios»
que reina con odio al despojo.
Las mujeres que viven soplando las brasas
soñando con un día encenderlas,
están acostumbradas al llanto, a sentir sus tripas rugir.
¡Dichoso todo aquel que deserta
de la guerra, de ser carne de cañón!

¡Fortuna la de los niños que son el antídoto
de esta fatídica enfermedad!
¡Dicha la de los infantes que son la rebelión!