NATALICIO MUERTO

«Unámonos todos medio muertos que somos la patria para hijos suyos podernos llamar en nombre de los asesinados, unámonos contra los asesinos de todos»:
Roque Dalton García

Hellen Jovel Agreda, “Huella Poética”, sección dominical EN News

11.45 am: «Nacida viva» dice mi partida de nacimiento.
¡Mentira! Yo sé que nací muerta,
muerta sin mi lengua nativa,
muerta sin mi tierra materna,
muerta invisibilizada entre cañales.
Es la poesía la que me hace cobrar vida.

Autóctonas son las arrugas de las manos temblorosas,
de la boca recogida que nos cuenta la historia,
las de su rostro lleno de memoria,
las de sus piernas que han conocido
mil caminos entre milpas y cafetales…
Esos son mis tatarabuelos salvadoreños.

Pānketsalistli es el grito de la redención, fue su dicha y su lucha,
¡Su gloria es un grito que vive en el eco de los bosques
de mi masacrada El Salvador!
El canto, de las tierras bajas y las lomas
de los que no se negaron ni se doblegaron.

Se mantuvieron siervos de su tierra con la sangre como ríos
de agua viva corriendo en sus venas salvadoreñas,
sangre derramada en nombre de los nativos de América.
El oligarca empezó aplacando la comunión,
atando las manos autóctonas, efectuando su ejecución.
El volcán de Izalco en su erupción protestó
tras el fusilamiento de mi inocente El Salvador.

Cantaron tristes los gallos, inusual canto,
pero era la protesta de los pájaros y las bestias
que sabían que solo los caites fueron quedando.
Invisibles como el viento somos ahora,
es así como nacemos los salvadoreños: muertos,
sin memoria desde mil novecientos treinta y dos.

«Unámonos todos medio muertos que somos la patria para hijos suyos podernos llamar en nombre de los asesinados, unámonos contra los asesinos de todos»:
Roque Dalton García.

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