Cargando ahora

La gran biblioteca de Alejandría: mitos y realidades

Por: Juan Ricardo Herrera Andrade, escritor Salvadoreño para EN News

Es fascinante conocer una biblioteca, lugares que albergan cientos, miles o millones de volúmenes de libros, en todos los idiomas, dialectos y lenguas muertas, los hay de todo tipo como Historia, Literatura, Matemáticas, Biología, Religión, Arte, Filosofía, y a evitar que la lista se haga muy larga.

En fin, compilan las exigencias de todas las ramas de la ciencia, compilan tanto conocimiento abastecido que es imposible que alguien se tome la atribución de al menos haber leído el 10% de todos los libros del mundo, porque al intentarlo no se lograría hacerlo ni con 117 – 120 años de vida, que es la edad máxima quizá, que se logra alcanzar, normalmente entre los seres humanos más longevos en los tiempos modernos y contemporáneos del cual se tiene registro, aun así, se necesitaría muchísimo tiempo extra.

Bibliotecas han existido siempre, y existen por necesidad, por obligación y por conocimiento, deben de recibir mantenimiento con tiempo, porque por paradoja, el enemigo suyo es el tiempo mismo; además de la polilla, cualquier líquido y el fuego abrasador e inoportuno.

Si no las hubiera (las bibliotecas) correríamos el riesgo de retroceder como raza humana, tanto científicamente, como culturalmente, o en conocimiento, como según algunos autores medievales, ocurrió tras esta pérdida en Alejandría, y con esto, no solo me refiero a las bibliotecas físicas sino que ahora encontramos páginas, en donde hay almacenados millones de libros electrónicos, siempre formando parte de información bibliográfica y bibliotecaria.

En antaño, la Biblioteca de Alejandría, fue la biblioteca/estandarte del saber más importante del mundo antiguo, con un acervo de cien mil libros, tesauros, papiros y pergaminos, aproximadamente, un sueño de todo investigador, bibliófilo y cualquier aficionado a la lectura. No es un disparate, lo cierto es que es una historia bastante antigua. El tiempo pasa rápido, han pasado más de 2000 años de su construcción.

Según la tradición e investigaciones, fue el intrépido, osado y audaz Alejandro Magno quien fundó dicho centro intelectual, al mismo tiempo que fundó Alejandría, una ciudad bañada por las aguas del Mar Mediterráneo y que tiene como vecino el Nilo, esto al norte de Egipto.

Dicha biblioteca contenía alrededor de 490,000 rollos antiguos, tenía como objetivo el ¨recopilar todas las obras del ingenio humano¨, se pensaba en su inmortalidad, que cada espacio merecía tener un ejemplar de cada pensamiento humano plasmado en cualquier tipo de papel, amén, entonces una obra monumental en su tiempo.

Algunos personajes en su paso, se han referido a la magistral Biblioteca, como una verdadera raigambre del conocimiento, y estuvo funcionando durante más de 1000 años, hasta que como ya sabemos, todo comienzo llega a su final, por azares del destino, por alguna imprudencia, por dolo o cualquier otra hipótesis, sabiéndose entonces que fue importante en su tiempo, sabemos también sobre su fin, y que fue ¨incendiada¨.

Pero para ello hay que indagar lo suficiente, porque conforme pasan los años, surgen más investigaciones, se desmienten hipótesis y la verdad sale a la luz, aunque impregnada de matices incompletas, puesto que aunque ya pasaron algunas decenas de cientos de años, y sea difícil saber por completo la información, al menos se tienen datos de primera mano acorde a la verdad y necesarios para su conocimiento.

Para comenzar a relatar la verdad sobre la destrucción de la gran Biblioteca de Alejandría, primero acotaremos a las versiones que hasta ahora se han comentado, entre ellas, dividiremos dicha destrucción en varias fases, porque como lo había dicho antes, es difícil precisar un momento en dicho acontecimiento negativo, por ende podemos decir entonces que allá por el año 47 a.C. y según National Geographic, en el artículo del 24 de octubre del 2020.

“En la guerra entre los pretendientes al trono de Egipto, el General Romano Julio César, que había acudido a Alejandría para apoyar a la reina Cleopatra, fue sitiado en el complejo palacial fortificado de los Ptolomeos, en el barrio de Bruquión, que daba al mar y donde seguramente se emplazaba la biblioteca de los «Libros regios» así como el Museo.

“Prosigue también que “(…)César se defendió bravamente en el palacio, pero durante un ataque se produjo en el arsenal un incendio que se extendió a una sección del palacio. Entonces se habrían quemado numerosos libros que el propio César pretendía transportar a Roma –las fuentes hablan de 40.000 rollos–; algunos afirman incluso que ardió la biblioteca entera.

Este último extremo no es verosímil, sobre todo debido a la magnitud que habría tenido ese incendio para el propio palacio. De cualquier modo, se dijo que años más tarde, Marco Antonio mientras estaba en Alejandría en compañía de Cleopatra, donó un gran número de libros procedentes de la biblioteca rival de Pérgamo, quizá como una manera de compensar la anterior destrucción. Otras fases de la destrucción se atribuyen y se contemplan en la decadencia de Alejandría tras la desaparición sobre la faz de la tierra de Cleopatra y Marco Antonio.

Posterior a ello la peste antonina que en el Siglo II plagó la ciudad, sumándole al período de Diocleciano en que hubo daños y aunado a ello a la invasión árabe en el año 640, en que Alejandría fue tomada, y por orden del Califa Omar, se ordenó destruir la biblioteca completamente, aunque no incendiada, puesto que está ya estaba en declive, es por ello que la destrucción de la biblioteca se considera un “desastre natural” en que la raza humana se atrasó dos mil años.

Entonces, según nuevos datos, no fue incendio el que la destruyó, se alega que era un mito contradictorio hasta cierto punto, y de ello hay una investigación claro, como relata un reconocido investigador de nombre Richard Ovenden, y agrega que el descuido, invasiones, escasez de fondos, indiferencia, plagas y declives, hicieron que la biblioteca fuera “terminándose” poco a poco, hasta desaparecer a su plenitud;

Esto entonces nos enseña que el saber y el conocimiento no es prioridad frente a las guerras, ambiciones por el poder e indiferencias, dicha información perdida fue una verdadera catástrofe que se lamentó y se lamentará durante al menos cientos de años en el futuro.