DOMINGOS DE POESÍA. AUTORES

Poeta y escritor inglés, Thomas Hardy estudió Arquitectura y trabajó como restaurador y constructor durante varios años. Durante esta época, Hardy comenzó a escribir, pero no publicó su primera novela hasta 1871. En 1874, con su tercera novela, Hardy logró un cierto éxito que le llevó a dedicarse por completo a la literatura.

Disfrutaremos de dos de sus poemas y un poema de mi autoría, que podréis leer desde esta misma web.

Podéis mostrar vuestro apoyo en nuestras cuentas de Instagram @ennews.sv @mireyaguzmanburgos y Facebook.

✔Por Mirelha
@mireyaguzmanburgos

 

Poema1

La sombra en la piedra

Pasé junto a la piedra del druida
que se cierne en el jardín, blanca y solitaria,
me detuve y miré las sombras precarias
que desde el árbol a veces caen encima
con un cadencioso movimiento,
y en mi imaginación reconstruyeron
la silueta de una cabeza y unos hombros bien conocidos,
proyectados cuando ella trabajaba en el jardín.

La pensé a mis espaldas,
sí, había aprendido a estar sin ella durante mucho tiempo,
y dije: «Estoy seguro de que estás detrás mío,
aunque, ¿cómo has entrado en este viejo camino?»
Y solo se oyó la caída de una hoja
como respuesta; y para contener la tristeza
de ningún modo volvería la cabeza
para descubrir que no había nada.

Sin embargo, quería mirar y ver
que nadie estuviese detrás mío;
pero, pensé una vez más: «No, me resisto
a entrever cualquier forma que allí pueda haber.»
Salí del jardín con suave disposición,
y la dejé detrás de mí, arrojando su sombra,
como si en verdad fuera una aparición.
No volví la cabeza para que mi sueño no se desvaneciera.

Poema2
Pensando en Phena al saber su muerte

Ni una raya suya tengo,
ni uno solo de sus cabellos,
ninguna señal de sus años de señora de casa que
me ayude a imaginarla;
y en vano urgo los ojos cerrados
a concebir mi premio perdido
cerca de ella, que conocí cuando la luz le derramaba de los
sueños
y, de los ojos, las risas.

Qué paisajes rodearon sus últimos días:
tristes, turbios, brillantes?
¿Sus dones y bondades enmarcaron de estallido a los suyos
dulces caminos
con dorada aureola?
¿O declinó la luz vital de sus años
y las desdichas guiaron
su estrella? ¿Niegos o reparos, presentimientos o miedos
¿le desennobleran el alma?

Así pues, sólo el espectro retengo de la chica de antes,
como reliquia;
y quién sabe si, con lo mejor de ella dentro de mí,
no sea preferible
que ni una raya suya tenga,
ni uno solo de sus cabellos,
ninguna señal de sus años de señora de casa que
me ayude a imaginarla.

[Sección «Huella Poética » bajo la dirección de Mireya Guzmán Burgos escritora de nacionalidad española. @mireyaguzmanburgos]

WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com