Cargando ahora

DOMINGOS DE POESÍA. AUTORES

Clementina Suárez fue una poeta hondureña reconocida nacional e internacionalmente. Nació el 12 de mayo de 1902 en la ciudad de Juticalpa, Olancho, es considerada la “matriarca de la poesía hondureña”. Promotora de la cultura, el arte de Honduras y Centroamérica, una mujer de alma y corazón rebelde, quien decidió abandonar su familia porque querían ofrecer su mano en matrimonio, como tradicionalmente se hacía.

Amaba las delicias de la palabra y los gozos del cuerpo, nos legó una poesía extraída del placer mismo, con una intensidad y calidad que la han vuelto imperecedera. 

Clementina, fue una adelantada a su tiempo.

Disfrutaremos de dos de sus poemas y cerraremos con un tercer poema de mi autoría, que podréis ver desde esta misma web.

Podéis mostrar vuestro apoyo en nuestras cuentas de Instagram @ennews.sv @mireyaguzmanburgos y Facebook.

✔Por Mireya Guzmán Burgos
@mireyaguzmanburgos

Poema 1


Lamentos en el espacio

Afuera ruge el viento. Tu cabeza está
en mis piernas,
la noche se entretiene en ronda de fantasmas.
Aguas desbarrancadas cortan narcisos y nieblas,
para adornar la tumba de tanto pájaro muerto.

Tú peinas y despeinas mi cabello
mientras el mar arrastra sangre y lodo.

La sombra parece que esculpiera cadáveres.
¿Quién llora y se desespera en el aire?
Amor. Tú estás dormido,
-sin darte prisa por salir de la noche-
mientras yo atajo lamentos
de madres y de niños.

Poema2
Melancolía

Madre o hermana mía taciturna y huraña
que has hecho luminosa tu pobre soledad,
que suavizaste el quejido y acallaste la saña
y ofreces a los tristes tu sombra de piedad.

Quiero que me lleves en tu barca sombría
por los mares ignotos donde todo es inerte,
donde reina la noche y muere la alegría,
a los vastos dominios donde impera la muerte.

Abre tus brazos! Oh gran melancolía!
y deja que mi vida se envuelva en tus saudades,
así tu gran tristeza del brazo con la mía
puede ser que den vida a nuevas claridades.

Deja que recueste mi cabeza cansada
sobre tu regazo de paz y santidad,
que me olvide de todo, que me absorba la nada,
que se esfume mi vida en tu gran soledad.

Deja que me abrace a tus sombras tranquilas,
que me pierda en tu seno y explore tus arcanos,
que me sacien de silencio mis hambrientas pupilas
y de suavidades mis temblorosas manos.

Enséñame la senda melancólica hermana
que va hacia los silencios y las renunciaciones
que nos lleva a esa tierra misteriosa y lejana
donde hallan paz y sosiego los tristes corazones. 

[Sección «Huella Poética » bajo la dirección de Mireya Guzmán Burgos escritora de nacionalidad española. @mireyaguzmanburgos]

Publicar comentario