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El Barcelona se prepara para el clásico con victoria

Redacción: Isaac Ramírez

(ENNews)- Otros tres puntos que refuerzan al equipo y que preparan la complicada semana que espera a los azulgrana, con Bayern Múnich y Real Madrid en el horizonte. El desarrollo del partido permitió a Flick reservar esfuerzos en la segunda parte. Apostó por poner el mejor equipo posible, asegurar los puntos y hacer los cambios después. Faltaron por reaparecer Frenkie de Jong y Dani Olmo, pero sí volvieron Fermín y Gavi y, cuando mira al banquillo, Flick empieza a respirar más tranquilo. 

Hubo que esperar más bien poco para encarar el partido ante un Sevilla que comenzó muy bien plantado en el campo, sin conceder ocasiones de gol claras y buscando las contras. Una jugada fue clave para dibujar el rumbo del partido: un penalti, sin discusión pese a los lloros de la Caverna, que Lewandowski transformó y que hizo que el Barcelona aniquilase al Sevilla en el segundo tramo de la primera partre, en la que fue muy superior a un Sevilla, que jugó con medias blancas con dobladillo rojo, como en la época de Neeskens.

No estuvo muy acertado Ansu en los metros finales, aunque lo intentó y el meta Nyland evitó su gol tras un centro de Fermín en la segunda parte. Suyo fue uno de los primeros remates del equipo, aunque desviado, en un arranque dominador ante un Sevilla bien situado, con las líneas juntas y esperando las transiciones, que llegaron en la figura de Lukébaio, sobre todo una tras una pérdida de Koundé que acabó en remate desviado tras recorte a Iñigo. Parecía en los primeros compases que el extremo belga podía hacer daño.

Nada más lejos de la realidad. Una desafortunada acción del ex azulgrana Peque supuso penalti después de que el sevillista arrollase a Raphinha tras un control del brasileño con un cambio de orientación que sorprendió al joven jugador. Algunos sevillistas protestaron; no así Peque, cuyo rostro reflejaba la decepción por el error cometido. Lewandowski no falló, con su típico saltironcillo, tan alejado de los penaltis del añorado Neeskens, que reventaba el balón cada vez que chutaba un penalti. Si el balón iba al poste, la portería temblaba. Normalmente lo que temblaba eran las redes, como temblaron con el penal de Lewandowski, tan distinto y al mismo tiempo igualmente eficaz.

El gol a favor impulsó al Barcelona, que comenzó a ganar casi todos los duelos. Lewandowski dio continuidad magistralmente a una recuperación de Pedri con una apertura a Lamine Yamal. El extremo avanzó y se sacó de la manga un pase hacia el eje del ataque, donde Koundé no acertó a controlar y Pedri remató a gol.

El tercero fue de Lewandowski, rozando un fuera de juego que rompía Agoumé por muy poco, al desviar un chut de Raphinha que de otro modo se habría ido. Pero poco antes hubo una jugada sensacional que no acabó en gol por el meta sevillista, Nyland, que hizo un paradón ante Lewandowski tras centro de Lamine Yamal, que había recibido un balón procedente de un taconazo de Raphinha que había dado continuidad a una salida de balón sublime de Cubarsí desde la línea de fondo.  

Eportero sevillista, de los mejores de su equipo pese a la ‘manita’, evitó que Ansu Fati se reencontrase con el gol al atrapar un cabezazo del delantero a centro de Fermín, justo de antes de que un fuera de juego invalidase un gol de Lukébakio que bien pudo haber dado al Sevilla de cara a los minutos finales.

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