Por una cultura de paz al manejar

“No vale la pena correr frente a un volante o tener ansiedad por apresurarnos para todo, pues muchas circunstancias pueden hacer que nos detengamos abruptamente…»

Licda. Verónica España, Columnista de Opinión EN News

(EN News) El fuerte «peeeee» del pito o claxon de un carro me hizo caer en la «nueva normalidad», que parece que en las calles y carreteras no ha cambiado mucho. Ya sea que las personas hayan salido por necesidad o por alguna otra razón, la ciudad luce hoy más concurrida, y eso incluye también la carga vehicular.

En esta semana, manejando rumbo a mi trabajo y haciendo un alto obligado en una arteria, vi que podía incorporarme a una calle principal pues solo venía un vehículo a cierta distancia. Debo aclarar que en los últimos años yo conduzco con mucha prudencia y siempre a la defensiva. Pues este vehículo empezó a «pitarme» fuertemente desde que ingresé al carril adecuado, y hasta me atrevo a decir que aumentó su velocidad al verme y me rebasó.

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Al cabo de un par de minutos, los dos estábamos a la par, detenidos ante la luz roja de un semáforo. Pensé…tanta prisa y el sobresalto que me causó con la «pitadera» y hoy estamos iguales. Paso ese incidente y trate de no perder la calma por eso.

Más tarde, ya de regreso a mi hogar, vi a un peatón que pretendía cruzar una calle concurrida. Nadie le permitió el paso. Yo iba en una pequeño congestionamiento en la arteria aledaña que iba para el otro lado. Perdí de vista a este señor, mientras el seguía queriendo cruzar la calle.

Se que mucho se ha dicho de que los ciudadanos de a pie ocupen la pasarela, pero en esa zona yo no vi ninguna. Y no hay que perder de vista que el peatón es prioridad, pues se encuentra vulnerable ante el monstruo vehicular que empieza a levantarse.

Estos dos hechos ocurridos el mismo día, solo con horas de diferencia, me hizo pensar que aún queda mucho por hacer con respecto a la educación vial.

Recuerdo que hace algún tiempo tuve la Bendición de participar en un proyecto de tránsito. Mi labor era, junto a la de otros compañeros, crear estrategias comunicacionales para fomentar el respeto de los conductores hacia otros, y hacia el peatón. Y aunque había tanto por realizar, nos alegrábamos cuando (de acuerdo a cifras oficiales), se reportaban días con pocos accidentes y cero atropellados. Sentíamos que poníamos nuestro granito de arena, para construir una cultura de paz al manejar.

A la vez que trabajabamos se que también aprendíamos. Comprendimos que la tolerancia y el dominio propio son esenciales para ordenar el tráfico vehicular, y que todos debemos poner nuestra cuota de responsabilidad, para evitar que en las calles y carreteras reine el caos.

Aunque este proyecto finalizó y nos dejó grandes satisfacciones, se que pueden surgir nuevas propuestas e iniciativas, que sigan motivando a los ciudadanos a conducir con respeto y responsabilidad.

Considero que educar a las nuevas generaciones, no solo para que se aprendan las señales de tránsito sino para que sepan sus derechos y deberes como futuros conductores y peatones, contribuiría a que se pueda gozar de una cultura de paz en las calles y carreteras en un futuro próximo.

Durante toda esta pandemia, he leído tantos mensajes en las redes sociales que después de pasar por todo esto, saldríamos de este período convertidas en personas más sensibles, empáticas y comprensivas.

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La vida de cierta manera nos ha cambiado…nos mostró lo que realmente vale la pena, pues muchos perdimos a amigos o familiares debido al virus, y entendimos el valor de la vida a fuerza de dolor.

Por eso espero que esos dos incidentes que ahora cuento, sean hechos aislados y que de cierta manera hayamos aprendido la lección. ¡Dios quiera que así sea!

Y es que no vale la pena correr frente a un volante o tener ansiedad por apresurarnos para todo, pues muchas circunstancias pueden hacer que nos detengamos abruptamente, como lo que recién hemos vivido.

Hay que valorar nuestra vida y respetar a los demás. Y se me viene a la mente un hermoso versículo Bíblico que está en Romanos 12: 18 y dice: «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres». De todo corazón, deseo que la paz de Dios nos acompañe siempre.

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