Los Acuerdos de Paz: Versión resumida para menores de 39 años
A escala global y, en El Salvador, ya desde 1932, se vivía una atmósfera entre la amenaza comunista y los movimientos anticomunistas.
(EN NEWS) Luego de varios intentos de diálogo y negociación: La Palma, Chalatenango el 15 de octubre de 1984; Ayagualo, La Libertad el 30 de noviembre de 1984; Sesori, San Miguel el 19 de septiembre de 1985 y la Nunciatura Apostólica de San Salvador el 4 de octubre de 1987, el 31 de diciembre de 1991 se anunció que se firmaría el Acuerdo de paz (16 de enero de 1992).
A escala global y, en El Salvador, ya desde 1932, se vivía una atmósfera entre la amenaza comunista y los movimientos anticomunistas. Detrás de las ideas políticas prevalecían los modelos económicos y el antagonismo de la Guerra Fría, entre el bloque Occidental (occidental-capitalista) liderado por los Estados Unidos, y el bloque del Este (oriental-comunista) liderado por la Unión Soviética.
Los campesinos y obreros de los años 60 y 70 vivían una situación de miseria y pobreza, mal pagados y explotados por minorías dominantes y terratenientes; los jóvenes no tenían oportunidades y el sistema educativo era ineficiente para los pobres. El Salvador reunía las condiciones propicias para ingresar en la dinámica comunismo – anticomunismo.
De repente, universitarios, catequistas y líderes sindicales les pusieron frente a ellos un espejo, un discurso liberador, que les explicaba la división de clases, el materialismo, los modos de producción, y una alternativa para transformar la realidad.
Las dictaduras y Golpes de Estado se instauraban en toda Latinoamérica: Paraguay desde 1954 con Stroessner; Castelo Branco en Brasil a partir de 1964; Banzer Suárez en Bolivia, en 1971; Chile con Pinochet y Bordaberry en Uruguay, en 1973; Videla en Argentina, en 1976.
En El Salvador, el militarismo y los fraudes electorales de 1972 y 1977 agudizaron aquel escenario siniestro. Mientras en Cuba y Nicaragua triunfaba la revolución, Estados Unidos asolapaba a cualquier militar que se prestara a frenar la avanzada marxista.
Las intervenciones militares en la Universidad de El Salvador anunciaron lo que venía: primero Lemus en 1960; luego el Decreto de 1972; y por último la de 1980. En este contexto también asesinaron al P. Rutilio Grande (1977) y luego a Monseñor Romero (1980), siguieron cerca de 24 sacerdotes y las Hermanas de Marycknoll, terminando con el asesinado de los padres jesuitas de la UCA y sus dos colaboradoras.
Como respuesta a la represión, la izquierda salvadoreña se organizaba desde cinco movimientos guerrilleros: PC (Partido Comunista), ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), RN (Resistencia Nacional), FPL (Fuerzas Populares de Liberación), PRTC (Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos), que posteriormente conformarían el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)
En los 70 y 80 estaba prohibido opinar y disentir; era una época gris de persecución, clandestinidad y muerte… Era la época del fascismo, de la “Seguridad Nacional” y de graves violaciones de los Derechos Humanos. No había libertad de expresión, el Estado controlaba todo; muchos emigraron o salieron exiliados.
Desaparecían universitarios y obreros. La Guardia Nacional, las Fuerzas Armadas, la Policía de Hacienda, la Agencia Nacional de Seguridad Salvadoreña (ANSESAL) y los escuadrones de la muerte, campeaban en la oscuridad, secuestrando, desapareciendo, torturando y asesinando opositores.
Los movimientos guerrilleros comenzaban a desplegarse a nivel urbano y en la montaña sobre la base de propuestas marxistas; panfletos, charlas, pintas en los muros, tomas de Iglesias y de embajadas; los primeros secuestros y actos militares revolucionarios.
El mayor Roberto D’Aubuisson fue el símbolo de la lucha anticomunista; Mons. Oscar Arnulfo Romero fue la Voz de los sin Voz; Napoleón Duarte e Ignacio Ellacuría buscaron el diálogo; 70,000 salvadoreños murieron; más de un millón emigraron…
Luego de varios intentos de diálogo y negociación: La Palma, Chalatenango el 15 de octubre de 1984; Ayagualo, La Libertad el 30 de noviembre de 1984; Sesori, San Miguel el 19 de septiembre de 1985 y la Nunciatura Apostólica de San Salvador el 4 de octubre de 1987, el 31 de diciembre de 1991 se anunció que se firmaría el Acuerdo de paz (16 de enero de 1992).
Con estos Acuerdos de Paz, mediados por las Naciones Unidas, se finalizó la guerra fratricida “SIN VENCENDORES NI VENCIDOS”, se reformó la doctrina militar, surgió una nueva Policía Nacional “Civil”, se instauró el imperio de los Derechos Humanos y su Procuraduría, se creó un sistema electoral transparente y se puede escribir libremente lo que uno piensa sin temor a ser perseguido, desaparecido o ejecutado.
La ignorancia de la historia es peligrosa, ya que corremos el riesgo de repetir los errores.