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La realidad de los virus que prometen curar el cáncer

(Salud, Elmundo.es) No existe ningún virus capaz de eliminar todos los tipos conocidos de células cancerosas hasta la fecha. Si usted lee algo parecido, desconfíe.

Sin embargo, sí se puede decir que una de las líneas de investigación que más interés y esperanza está despertando en los últimos años en el campo de la oncología tiene que ver con la terapia a partir de virus oncolíticos, un novedoso concepto que consiste en modificar genéticamente un virus concreto con el fin de matar a las células afectadas por el cáncer sin dañar las sanas.

Se diseñan en laboratorio específicamente para que sigan una hoja de ruta muy clara: penetrar en las células cancerígenas, replicarse en su interior para infectarlas y provocar su muerte, aunque aún faltarán años hasta que sean una realidad en la clínica.

Ya a mediados del siglo XIX y a lo largo del XX se han notificado casos de pacientes con cáncer que contraían una enfermedad infecciosa y entraban en breves periodos de remisión. Los virus empezaban a verse como una posible alternativa. Como señala un artículo publicado por la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), “durante más de 100 años, se mantuvo el interés en emplearlos como agentes experimentales para el tratamiento del cáncer”, pero no fue “hasta finales de los años 90, gracias a los avances técnicos, cuando comenzaron los primeros ensayos clínicos con virus modificados genéticamente”.

Como resultado, entre 2015 y 2016 se consiguió dar el salto a la clínica con la comercialización de un medicamento para el tratamiento intratumoral del melanoma (Tamilogén laherparepvec). Se trata del primer y único virus oncolítico aprobado en Estados Unidos, Europa y Australia.

En este caso, el virus empleado es derivado del herpes simplex. Su genoma está modificado y además, “está cargado con un gen que codifica una proteína que estimula el sistema inmune contra el cáncer”, explica Manuel Ramírez Orellana, de la Unidad de Terapias Avanzadas del Servicio de Oncohematología del Hospital Niño Jesús de Madrid.

Salvo este fármaco ya comercializado, todo lo demás está enmarcado en la investigación pura y dura. En la actualidad, hay distintos grupos de expertos estudiando esta misma idea de la viroterapia oncolítica, a partir de diferentes virus y con varias versiones. Por ejemplo, con los adenovirus humano, reovirus humano o los derivados de Vaccinia.

Precisamente esta semana, el diario británico ‘The Daily Telegraph‘ hacía eco de una investigación realizada en el Centro Integral de Cáncer de City of Hope (Los Ángeles, EEUU) que trabaja con un virus oncolítico diseñado a partir de los virus vaccinia, que “son los que se usaron mundialmente para vacunar a la población contra la viruela”, explica Juan Rojas, un investigador español experto en este tipo de oncolíticos que trabaja en la Universidad Ludwig Maximilians de Munich (Alemania).

Según cuenta ‘The Daily Telegraph’, el virus creado por el doctor Yuman Fong y desarrollado por la compañía biotecnológca Imugene, bautizado como CF33 (combinación de secuencias genómicas de múltiples cepas de virus Vaccinia), “puede reducir toda clase de tumores en ratones” y a principios del próximo año se iniciarán los ensayos con humanos en Australia.

Se prevé que participen pacientes con cáncer de mama triple negativo, melanoma, cáncer de pulmón, vejiga, cáncer gástrico e intestinal. El objetivo: identificar en qué tipo de enfermedades resulta más efectivo.

Es decir, “estamos muy lejos de poder decir que esta terapia va a curar todos los tumores de cualquier ser humano“, sentencia Ramírez Orellana. “Aún son los primeros pasos. Incluso considerando que la Agencia Australiana del Medicamento haya aprobado ya el ensayo clínico, lo que sí sabemos es que no se ha aplicado a ningún paciente con cáncer, por lo que desconocemos si los resultados en las líneas celulares de laboratorio van a repetirse en humanos. Cabe recordar que en humanos es muchísimo más complejo”.

Precaución ante este tipo de investigaciones“, coinciden en señalar tanto Ramírez Orellana como Rojas. En ciencia, todo avance lleva sus fases y, de momento, el trabajo de Fong es muy “incipiente. Faltan años hasta poder primero determinar los niveles de toxicidad, su seguridad y su eficacia en humanos”.

Fuente de la nota: Elmudo.es/Salud