ÉRAMOS JÓVENES
Éramos jóvenes.
Dilatábamos la noche
con nuestros puños de luz.
Incendiábamos el pulso de la sangre, y con nosotros bailaba la muerte.
No había pena alguna.
Éramos el sueño y la espuma, la espuela y el vértigo.
Todo música, poco el silencio. Apostábamos la vida.
Era lo mucho y lo poco que había. Hijos de la baraja y del vino,
lo celeste era el destino. Fuimos el pan y el agua, la sal y la derrota,
el polvo y los escombros,
el sedimento ulterior de la fruta.
Éramos jóvenes,
el oro de la inocencia, la estridencia y la rabia.
Éramos nosotros, y ustedes: el charco y el espejo,
la imagen y el desprecio, aquello, esto y lo otro,
el tizón y la pólvora, el adiós sin miedo,
la delgadez sin flaqueza.
Éramos jóvenes,
la soledad y la herida,
y todo el contorno del mar,
el siempre ahora, nunca el después, siempre juntos, siempre a solas,
la manada huérfana. Éramos nosotros.
Éramos jóvenes.
(Tomás Andreu periodista y poeta de nacionalidad salvadoreña autor del libro El Disfraz de los impulsos, para Tomás este libro era una de sus sueños, pero ha sido publicado hasta ahora después de su muerte).