El hábito de la lectura en los jóvenes durante el 2022
Por: Juan Ricardo Herrera en colaboración para EN News
Leer y escribir más que una necesidad hoy día, es un derecho innegable y un deber patriótico que nos ayuda en nuestro desarrollo intelectual, a cultivar nuestros conocimientos y a comunicarnos también, puesto que la comunicación no solo es oral sino que escrita, porque transmitimos sentimientos, tenemos contacto con cualquier persona en el mundo y desarrollamos muchas habilidades creativas.
La educación virtual nos tomó de sorpresa, algo así como un terremoto o un tornado de gran magnitud, los niños y jóvenes no estaban acostumbrados a recibir educación desde una pantalla del tamaño de la palma de sus manos, de la antigua tiza o plumón.
Hemos hemos pasado al dedo índice deslizando de arriba hacia abajo o un teclado formado en la pantalla, estamos a un solo clic para encontrar un mundo lleno de contenido e información en la que encontramos cualquier cosa hoy en día, en antaño los que ya peinan, virtuosamente, sus canas, saben que en sus tiempos mozos el acceso a información era muy complicada.
La cercanía a los libros era limitado, sumándole el costo y el poco número de bibliotecas en un área territorial, se tenía que pedir en calidad de préstamo un libro, sopena de incurrir en una mora por la tardanza en su devolución, ahora en cuestión de minutos se descargan decenas de libros, algunos de forma gratuita y otros con una pequeña cantidad de valor económico.
La lectura y escritura nos viene ofreciendo desde tiempos inmemorables el aprendizaje desde diferentes maneras, adquirir información teórica–práctica y cultivarse, no sólo como un requisito académico, sino como voluntad propia, tristemente, podemos observar que cuando se habla de la materia de Lenguaje y Literatura, me atrevo a decir que algunos ponen una “cara de aburrimiento”.
Esto ocurre sobre todo en los niños y jóvenes dentro de una era digital que les vende de muchas maneras el entretenimiento, sea positivo y negativo, captando su atención, sin estimulación en la lectura, valores o aprendizaje.
Desarrollar el hábito de la lectura, entre otras cosas, requiere de estimulación, hábito y familiarización con dicho mundo al niño o joven, de modo que se apasione y se interese por la misma. Las estanterías gigantescas de los libros permanecen abandonadas y los libros en casa rodeados por insectos bibliófagos, y una mota de polvo que al contacto podría causar una molestia alérgica nada más.
Se nos ha acostumbrado a que se estudia por obligación, al mismo tiempo que se lee una lectura en el colegio por salir del compromiso o cumplir una tarea sin mostrar más interés, no nos enseñan que leer es adentrarse a un extenso mundo, esa magia que ocasiona poder ser parte de él, sintiendo, comunicándonos, siendo los protagonistas de una historia.
Con leer y escribir se crea, se palpan ideas y constantemente se mejora el aprendizaje, no es común notar a jóvenes con errores de ortografía, aun en la Universidad, no digamos ahora el problema que podrían tener al redactar un ensayo o un escrito literario, echemos un vistazo sobre los índices de la lectura en el plano internacional, un resultado por ejemplo es de la Federación de Gremios de Editores de España.
Y es que el hábito de la lectura ¨se esfuma o eso es al menos lo que nos dejan claro en el barómetro con porcentajes como estos solamente el 44,7% de chicas y chicos entre 15 y 18 años lee¨.
Son alarmantes los índices de desinterés en la lectura en los jóvenes, es por ello que debe de ser un esfuerzo colectivo, no solo de los maestros, sino de los padres el fomentar el hábito de leer, que se convierta en un hobby tan común como ir al gimnasio a ejercitarse o ir a un restaurante.
Se trata de un ejercicio mental sano que nos convierte en portadores de ideas y transformadores de realidades. Si no cultivamos el hábito de lectura en los más pequeños de la casa, es muy difícil obligarles o sugerirles que lean o que escriban cuando no están acostumbrados a hacerlo.
En un país tercermundista como el nuestro, el hábito de la lectura es un problema y una deuda histórica del estado, es muy difícil decirle al vendedor de fruta o verdura que lea un libro de poesía o un ensayo social, puesto que lo va a considerar innecesario para su realidad, viéndose en un ambiente precario, de que se requiere doble o triple esfuerzo para poderse ganar el pan de cada día como Dios manda.
Ahora ese mismo caso trasladado a los jóvenes delincuentes o de las pandillas, el factor de la pobreza, desigualdad, falta de oportunidades y una familia desintegrada que en escasa ocasión comen los tres tiempos, con un grado académico de tercer grado a sexto grado.
Esta familia talvez, se vuelve objeto de la tentación de delinquir, puesto que algunos abandonan la escuela, es muy difícil que encuentren un empleo digno en una época en donde los jóvenes desempleados, como cardumen de peces, luchan a toda costa por un empleo, o en donde cientos de jóvenes a merced de la insolación hacen fila para lograr una plaza con requisitos tan inalcanzables que requieren unas dos maestrías en Harvard, una ingeniería en la UNAM o el compadrazgo al final sale ganando.
Lamentablemente, el tema de la educación es todo un reto, pues no es un tema del mañana, sino, es de hoy, hay personas pobres que han considerado la lectura como algo que solo favorece a los acomodados, puesto que este hábito está íntimamente ligado con la educación.
A pesar de que muchos tienen acceso a ella, siempre habrá carencias en lo material y la falta de oportunidades se hace visible, es por lo mismo que, muchos estudiantes universitarios no logran culminar sus estudios, por razones obvias, conscientes de las faltas de oportunidades y de los privilegiados.
Pero no son raros los casos de personas autodidactas y empíricas que desarrollan habilidades sin haber asistido, prolongadamente, a una escuela.
Leer nos transforma, nos hace crecer, nos mantiene vivos, leer debe ser un disfrute, y su fomento es tarea de todos.
(Marina Sigüenza, directora sección “Arte y Literatura” EN News, Derechos Reservados 2022