Se cumplen 11 años del trágico final del cantante argentino Facundo Cabral
(EN NEWS)- Se cumplen 11 años de la muerte del poeta y compositor Facundo Cabral, cuyo fallecimiento fue por una emboscada a los 74 años de edad cuando se dirigía hacia el aeropuerto La Aurora, de la capital guatemalteca. El autor del crimen, el costarricense Alejandro Jiménez, alias “El palidejo”, fue sentenciado a 50 años de prisión en Guatemala.
Una noche antes de su muerte, el cantante tuvo una presentación en Quetzaltenango, Guatemala donde culminó con la presentación de su canción insignia, “No soy de aquí, ni soy de allá”, sin imaginar que sería la última que cantaría en su vida. Antes de despedirse, se dirigió a su público con estas palabras: “ya le di las gracias a ustedes; las daré en Quetzaltenango, y después que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace”.
Las canciones de protesta mezcladas con comedia lo convirtieron en un innegable ídolo del género, esto gracias a los más de 20 álbumes realizados desde 1970 hasta 2010, entre los cuales obtuvo tres discos de oro y uno de platino, de acuerdo a su entrevista con el periodista peruano Jaime Bayly.
Trayectoria
El mismo artista argentino reconoció que, cuando un vagabundo en 1954 le recitó el “Sermón de la montaña”, descubrió que “estaba naciendo”. Tras este suceso, concibió una epifanía la cual derivó en la composición de la canción «Vuele bajo”, obra que representó su carrera como compositor. Esto, bajo el contexto de haber sido mudo hasta los 9 años y analfabeta hasta los 14.
No pasó mucho tiempo para que empezara a presentarse en pequeños escenarios, donde lo acompañaba su guitarra y el género folclórico. Poco contribuyeron estos eventos a su carrera, hasta que alcanzó un mayor reconocimiento en 1970 con «No soy de aquí ni soy de allá».
Esto marcó un hito para Cabral, cuyas presentaciones ante miles de personas y grabaciones hasta en nueve idiomas se volvieron parte de su cotidianidad. Al no haber tenido gran interés en la fama, aprovechó su posición para difundir a lo largo del continente americano obras estrechamente relacionadas con la percepción de la realidad y el deber de cambiarla, lo que le costó el traslado de su país natal hacia México, dadas las presiones por parte de la dictadura militar en Argentina.
Visitó alrededor de 165 países encarnando su papel de “trovador vagabundo”, tal y como se autodenominaba. Solía agregar a sus canciones fragmentos de experiencias de su vida para posteriormente atribuirle un sentido moral.
Los dos elementos imprescindibles de sus proyectos fueron la sátira y el humor, tal y como lo reflejan discos como “El mundo estaba tranquilo cuando yo nací”, “Entre Dios y el Diablo», “No estás deprimido, estás distraído” y “Cortezías y Cabralidades”, este último en compañía de Alberto Cortez, con quien entabló una profunda amistad.
Ambos sudamericanos presentaron la gira “Lo Cortez no quita lo Cabral”, donde fusionaron el humor con la poesía. Cortez aseguraba que Cabral «se había inventado a sí mismo».
La espiritualidad desempeñó un papel inherente en su desenvolvimiento artístico, puesto que se sentía deudor de personajes como Jesús, Krishnamurti, la Madre Teresa de Calcuta y Gandhi, para mencionar algunos. Este rasgo marcó un hito en su quehacer, por lo que lo ayudó a incurrir en la crítica social sin desprenderse de su sentido del humor.
Asesino de Facundo Cabral.
El artista padeció cáncer de próstata, razón por la cual canceló numerosas giras, incluyendo una en Centroamérica en el año 2009. Esta enfermedad se extendió paulatinamente hasta deteriorar gravemente la calidad de vida del autodenominado “juglar”.
Entre los temas que abordaba, subrayaba la importancia de hacer realidad los sueños y vivir sin sujetarse a los recursos materiales y la riqueza, ya que, aseguraba, los seres humanos no necesitan depender de nada, por lo que mientras más se anhela, menos se incurre a la reflexión interna.
Cabral fue ultimado el 9 de julio de 2011, cuando sicarios vinculados al narcotráfico intentaron asesinar al empresario Harry Fariñas, quien lo trasladaba al aeropuerto de Ciudad de Guatemala.
Así fue como concluyeron los latidos de Facundo, cuyo corazón fue celebrado por sus visiones poéticas y la protesta pregonada a través de su cantar, lo que le costó el respeto y admiración del público latinoamericano.