DOMINGOS DE POESÍA
Con el cambio de estación, vamos a cambiar de género. Hoy leeremos dos relatos escritos por Rubén Moreno, a quien me complace presentaros.
Escritor nacido en Panamá, Rubén Moreno Vásquez es además compositor y músico bajo el nombre de RM81;podéis encontrar su música en Spotify y otras plataformas.
Tiene publicado un libro de relatos : “De almas negras y corazones rotos”, que navega entre el misterio, el drama y el amor, aderezado con pizcas de terror.
Puedes adquirir su libro a través de Amazon y en el enlace desde su perfil.
@rubenmorenovasquezescritor
Disfrutemos de dos de sus maravillosos relatos a continuación. Un viaje que os hará reflexionar. Sus letras dan cabida a la libre interpretación del lector, haciéndolo protagonista de sus historias.
Cerraremos la sección con un poema de mi autoría.
✔Por Mirelha
@mireyaguzmanburgos
Relato1
EL EXTRAÑO
No puedo creer que me encuentre llorando a un desconocido, solo sabía como se llamaba pero nada de saber quien era, era un nombre más en mi larga lista de conocidos, un don nadie que de vez en cuando me topaba casualmente, sin buscarnos nos veíamos, sin saber nos ignorábamos y mírame aquí acompañándolo a dar su último aliento. Ni él me conoce ni yo lo conozco pero ambos estamos juntos en esto, no tengo más remedio que acompañarlo en su partida y él solo tendrá que soportarme mientras se le escapa lentamente el alma a su decrépito y grisáceo cuerpo. «¿Qué habrá vivido? ¿Habrá amado?» —me pregunto mentalmente y rememorando, no creo, siempre le vi amargado, distante, como si le pesara el mundo. ¿Por qué le lloro si no le conozco? ¿Será por lo triste de su solitaria partida? Imagínate que el día que estás muriendo no te va a despedir nadie, solo te acompaña un perfecto extraño que por casualidad te acompaña porque no le queda más remedio, que más deprimente puede ser que mueras acompañado por un obligado, que tu compañero esté al lado tuyo a regañadientes molesto y aburrido por tu lenta y agónica muerte. Que puedo decir, no me podía negar a estar aquí, si no estoy aquí, ¿a quién van a enterrar?, no tengo opción solo debo dejarme ir y aceptar que toda mi vida fui un total y perfecto extraño.
Relato2
FRÍO
«El agua sube y no para; me da miedo, no sé como evitar que siga entrando, mis ideas están detenidas, congeladas, si sigue así en cuestión de minutos me estaré ahogando; luchando por tener las últimas bocanadas de aire. ¿Será que hoy moriré? Espero que no; tengo miedo, me aterra no existir; por favor que pare de entrar el agua. ¡Qué pare! ¡Calma! Hay que respirar hondo, pensar; calmarme. ¿Cómo me puedo calmar? Tengo que intentarlo, no puedo dejar que el miedo me domine. ¿De qué sirve estar asustado? Dios, no me calmo, lo intento y no dejo de pensar en que voy a morir; ¡coño!; no puede ser, no quiero, no me voy a dejar. Voy a respirar hondo, uno, dos, tres, cuatro; no puedo en verdad que no puedo, quiero llorar, estoy llorando, que momento para romper en llanto; el agua continúa subiendo sin clemencia, aterradoramente constante. He llorado sin pensar, solo llorar desconsoladamente; en ese tiempo el agua ya va por mi cintura, no he gritado. ¿Por qué?» —me pregunto mentalmente.
—¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! —grito desesperado. «Calma, hay que calmarse, nadie va a escuchar; calma. ¡Calma! por favor ¡Calma! Uno, dos tres; uno, dos, tres; ¿cómo terminé así?, ¿por qué? No merezco estar pasando esto; morir ahogado no es justo. ¿Qué he hecho? Soy buena persona, no molesto a nadie. ¿Dime Dios, qué he hecho para merecer esto? ¡¿Qué he hecho?! ¡¿En qué he fallado?! De todas las opciones para matarme escoges una cruel; odio tu sadismo divino. ¡A la mierda, vete a la mierda si voy a morir así, vete mil veces a la mierda! Si este es mi premio por actuar bien, a la mierda todo; es más si me voy a morir que llegue el agua ya; que se acabe esto; me voy a quedar sin moverme voy a esperar que llegue y sumergirme en mi lenta y agónica muerte, que más da; haga lo que haga no veo manera de evitar que el agua siga entrando» —reflexiono mortificado.
—¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! —grito desconsolado. «El dolor es intenso, duele, el hueso debajo del cinturón está raro, se siente extraño, como duele el desgraciado. ¡Ahora sí! ¡Vamos a sumarle algo más; que bien que siga la fiesta!» —asimilo mentalmente.
—¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Papá, auxilio sácanos del maletero! ¡Por favor sácanos! ¡Mamá se está ahogando! ¡Papá no nos dejes morir!
Poco a poco el automóvil se pierde en la profunda negrura del fondo del lago.
[Sección “Huella Poética ” bajo la dirección de Mireya Guzmán Burgos escritora de nacionalidad española. @mireyaguzmanburgos.
Escribe poesía bajo el seudónimo de Mirelha]