Vivendo en Tiempos Proféticos – Documento por la Paz Mundial Firmado por el Papa Francisco
Jesús no buscó reconciliar a todos los grupos, más bien, llamó a todos los hombres al arrepentimiento, los llamó a venir a Él, y por medio de Él reconciliarse con el Dios verdadero
El 4 de febrero del 2019 el máximo líder católico y su correspondiente musulmán, cada uno de ellos cabeza de sus respectivos rebaños de más de mil millones de feligreses, firmaron un documento sobre “La Fraternidad Humana Por la Paz Mundial”. El documento rechaza el extremismo religioso, el exclusivismo y la intolerancia. El esfuerzo busca “un futuro luminoso para todos los seres humanos.” Para evitar sectarismos, y lograr unidad y paz, promoviendo la reconciliación global, ni Jesucristo ni la Biblia se mencionan como fundamento de ese reino universal de paz en la tierra.
Es necesario reconocer, sin embargo, que Jesús no vino a reconciliar religiones, sino más bien, a reconciliar al hombre con Dios a través de su vida, muerte en la cruz, y resurrección (2 Corintios 5:18-21). Al declarar: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6) Jesús mostró ser exclusivista, afirmando que ningún otro camino lo lleva a Dios.
La declaración del Hijo de Dios, si bien exclusivista, es una expresión de su gran amor pues invita a toda la humanidad a entrar por el único camino verdadero de salvación. Siendo Él, “el Testigo fiel y verdadero” (Apocalipsis 3:14), quien vino a la tierra en una misión de amor (Juan 3:16), no desea que nadie, siendo engañado, se pierda eternamente.
Los autores del documento antes mencionado lo diseñaron como la base de una paz y reconciliación mundial. En dicha declaración los autores “prometen llevar este Documento a las autoridades, a los líderes influyentes, a los hombres de religión de todo el mundo, a las organizaciones regionales e internacionales competentes, a las organizaciones de la sociedad civil, a las instituciones religiosas y a los exponentes del pensamiento; y participar en la difusión de los principios de esta Declaración a todos los niveles regionales e internacionales, instándolos a convertirlos en políticas, decisiones, textos legislativos, planes de estudio y materiales de comunicación.”
¿La meta del esfuerzo? “alcanzar una paz universal que disfruten todas las personas en esta vida.”
Sabemos que Cristo vino en paz, y como manso cordero de Dios fue a la cruz por toda la humanidad. Pero ni Cristo ni sus discípulos buscaron reconciliar religiones o forjar un pacto de paz global con las religiones y gobiernos de este mundo. De hecho, fueron las declaraciones de Jesucristo las que provocaron que los líderes religiosos lo condenaran a muerte. El Consejo Supremo Judío, el Sanedrín, no aceptó que Jesús declarara ser el Hijo Unigénito de Dios. Los fariseos resintieron las críticas del Mesías judío contra sus tradiciones religiosas, tradiciones que habían elevado por encima de la Palabra de Dios. Los sacerdotes tampoco aceptaron sus críticas y denuncias contra el establecimiento y abuso religioso. No, Jesús no buscó reconciliar a todos los grupos, más bien, llamó a todos los hombres al arrepentimiento, los llamó a venir a Él, y por medio de Él reconciliarse con el Dios verdadero revelado en la Biblia judeocristiana.
El gran apóstol a los gentiles tampoco buscó reconciliar religiones. En Atenas, Pabló en su segundo viaje misionero (49 al 53 dC), proclamó valientemente a Jesús, llamando a los griegos al arrepentimiento, a abandonar la idolatría y poner su fe en Jesús (Hechos 17:16-34). El resultado de proclamar la verdad no le trajo armonía a Pablo sino persecución. Y junto con ella, la salvación y paz interna de los que creyeron.
El documento de paz firmado por el Papa Francisco, y el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dhabi, durante la visita del Papa del 3 al 5 de febrero a los Emiratos Árabes Unidos, hace referencia al “rol de las religiones en la construcción de la paz mundial”. Amigo, el único que logrará paz universal verdadera es el Príncipe de Paz, Jesucristo, cuando venga a reinar sobre la tierra por mil años (Apocalipsis 19:11 al 20:6). Esta segunda venida de Jesús (la primera fue hace 2,000 años), ocurrirá después de que Dios haya derramado su ira sobre la tierra durante siete años, un periodo conocido como la Tribulación: “cuando estén diciendo: Paz y seguridad, entonces la destrucción vendrá sobre ellos.” (1 Tesalonicenses 5:3).
Hablando de pactos de paz, el profeta Daniel escribió sobre el líder carismático que se levantará en los últimos días, quien firmará un pacto de paz con muchos. Ocurrirá al principio de la tribulación de siete años que está por venir (Daniel 9:27). A la mitad de ese pacto, el Anticristo, como lo llama el apóstol Juan (1 Juan 4:3), el Hijo de Perdición, como lo llama Pablo (2 Tesalonicenses 2:3), demandará adoración universal de su persona, desatando una gran persecución contra los que se conviertan a Cristo. Dicho periodo terminará con la batalla de Armagedón, que dará lugar a la segunda venida de Cristo, quien vendrá entonces a reinar sobre la tierra (Apocalipsis 19:11-21).
No, el Papa Francisco no es ese líder carismático que ha de venir, ni es tampoco el falso profeta que lo apoyará (Apocalipsis 13:11-18). Tenemos razones bíblicas para entenderlo así. Pero, también tenemos bases bíblicas para entender que la iniciativa del Papa está preparando el terreno mundial para ellos, siendo, claramente, un preámbulo de lo que está por venir.
Debemos estar alertas y conocer la verdad. La Biblia revela que Satanás, quien se disfraza como ángel de luz, engañará a muchos con señales y prodigios mentirosos en los últimos días. Como resultado, multitudes, engañadas, irán a la destrucción eterna. Pero no se preocupe si usted ama la verdad y permanece en ella. Antes de la Tribulación y su Segunda Venida, Jesús vendrá por sus siervos, los que le amamos a Él y a su Palabra (I Tesalonicenses 4:13 a 5:11). Y juntos, nos encontraremos con el Hijo de Dios en las nubes, para estar con Él para siempre.
¿Está listo para su venida?
Jaime Simán, siervo de Jesús
Escrituras bíblicas tomadas de: La Biblia de las Américas, © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso