DOMINGOS DE POESÍA. AUTORES
Barcelona, (1928-1989). Carlos Barral, editor, ensayista y poeta, fue una figura señera del llamado Grupo poético del 50. Durante su vida como editor creó premios y colecciones que ayudaron a dar a conocer entre los lectores españoles las más importantes corrientes literarias europeas e hispanoamericanas del momento y a renovar la literatura española en los últimos años del franquismo. Su poesía empezó dentro de lo que se ha dado en llamar la poesía social de los años cincuenta, pero estaba tocada por una gran preocupación formal, que la hizo más hermética.
Disfrutaremos de dos de sus poemas y cerraremos con un tercer poema de mi autoría, que podréis leer desde esta misma web.
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✔Por Mirelha
@mireyaguzmanburgos
Poema 1
Pájaros para Yvonne
Tu cuerpo en qué alegría de revuelo,
que inmediación de trinos, ¡oh agitada
pasión de ti, de tórtola inspirada,
de azul y pluma en claro azul! (Uccello)
Pájaro. Sal. Escribe por el suelo
el gozo de tu jaula enamorada.
Sea risueña alcándara la espada
de gavilán blandida para el duelo.
Yo, tu fronda apartada. Permanente
árbol donde resuena tu destino,
leeré tu trayectoria. Se adivina
tan bien lo que se espera… Del camino
oblicuo, qué te importa, ¡oh diferente
mirlo de luz si vienes a la encina!
leeré tu trayectoria. Se adivina
tan bien lo que se espera… Del camino
oblicuo, qué te importa, ¡oh diferente
mirlo de luz si vienes a la encina!
Poema 2
Y tú amor mío
Y tú amor mío, ¿agradeces conmigo
las generosas ocasiones que la mar
nos deparaba de estar juntos? ¿Tú te acuerdas,
casi en el tacto, como yo,
de la caricia intranquila entre dos maniobras,
del temblor de tus pechos
en la camisa abierta cara al viento?
Y de las tardes sosegadas,
cuando la vela débil como un moribundo
nos devolvía a casa muy despacio…
Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado hermosa.
El azul de la tarde,
las húmedas violetas que oscurecían el aire
se abrían
y volvían a cerrarse tras nosotros
como la puerta de una habitación
por la que no nos hubiéramos
atrevido a preguntar.
Y casi
nos bastaba un ligero contacto,
un distraído cogerte por los hombros
y sentir tu cabeza abandonada,
mientras alrededor se hacía triste
y allá en tierra, en la penumbra
parpadeaban las primeras luces.
[Sección “Huella Poética ” bajo la dirección de Mireya Guzmán Burgos escritora de nacionalidad española. @mireyaguzmanburgos]