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Alimentación inteligente para quienes trabajan muchas horas sentados

Redacción: Oscar Cruz 

(ENNews)—En un mundo cada vez más digitalizado, miles de personas pasan entre ocho y doce horas diarias frente a una pantalla, ya sea en una oficina, desde casa o en un entorno híbrido. Este estilo de vida sedentario, aunque común, plantea desafíos importantes para la salud. Uno de los más descuidados es la relación entre el tiempo que pasamos sentados y nuestra forma de alimentarnos.

Estar sentado por largos períodos no solo reduce la actividad física general, sino que también afecta el metabolismo, cuando el cuerpo está en reposo por tanto tiempo, se ralentiza la digestión, disminuye la circulación sanguínea y se reduce la quema de calorías.

Esto puede provocar sensación de pesadez, somnolencia, inflamación abdominal e incluso aumento de peso. En este contexto, lo que comemos a lo largo del día se vuelve un factor clave para contrarrestar los efectos negativos del sedentarismo.

Uno de los errores más comunes entre quienes trabajan muchas horas sin moverse es comer por impulso, por aburrimiento o por ansiedad. Muchas personas recurren a alimentos ultraprocesados, como galletas, pan dulce, frituras o bebidas azucaradas, creyendo que eso les dará un “empuje de energía” durante la jornada. Sin embargo, estos productos suelen generar picos rápidos de azúcar en sangre, seguidos de caídas bruscas que provocan cansancio, hambre temprana e incluso irritabilidad.

A mediano plazo, este hábito puede afectar el equilibrio metabólico, promover el aumento de grasa abdominal y favorecer la aparición de enfermedades como la diabetes tipo 2 o la hipertensión.

Lo recomendable, según nutricionistas, es mantener una alimentación ligera pero balanceada a lo largo del día. El cuerpo necesita energía constante, pero no en exceso, y mucho menos proveniente de azúcares refinados o grasas saturadas.

Comer alimentos frescos, ricos en fibra, proteínas magras y grasas saludables permite que el organismo trabaje de forma más eficiente, sin sobrecargarse. Además, una dieta adecuada mejora la concentración, evita el bajón de energía que muchos experimentan después del almuerzo y favorece una mejor digestión, incluso si no hay mucho movimiento físico durante la jornada.

Otro factor importante es la hidratación. Muchas veces, el cuerpo confunde la sed con hambre, y esto lleva a comer sin necesidad, tener siempre agua a la mano y acostumbrarse a beber pequeños sorbos cada cierto tiempo es una forma sencilla y efectiva de mantener el organismo en equilibrio. La deshidratación puede provocar fatiga, dolores de cabeza y disminuir el rendimiento cognitivo, algo que se traduce en menor productividad y más distracciones durante el trabajo.

Ahora bien, una buena alimentación no funciona sola. Aunque el trabajo sedentario no siempre permite moverse mucho, se recomienda hacer pausas cada 45 minutos a una hora. Incluso algo tan sencillo como levantarse, estirarse o caminar unos pasos puede mejorar la circulación y ayudar al cuerpo a procesar mejor los alimentos, si eso se combina con una comida adecuada y horarios regulares, el impacto en la salud será notorio en pocas semanas.

Trabajar muchas horas sentado no es sinónimo de descuidar el cuerpo. Por el contrario, es una razón más para prestar atención a lo que comemos, cuándo lo comemos y cómo lo complementamos con pequeños momentos de movimiento.

Alimentarse bien no solo previene enfermedades, sino que mejora la calidad de vida y permite enfrentar cada jornada con más energía, claridad mental y bienestar general.

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