Un chalateco de “los tristes más tristes del mundo” dijo Adiós
Los indigentes también son seres humanos que necesitan vivir con dignidad y relativa felicidad; justamente en vida hermano, en vida es cuando debes demostrarlo.
(EN News) Con esa mirada humilde pero feliz se despidió de Chalatenango este personaje carismático conocido como “Juan”, quien en vida deambuló por los portales de la cabecera departamental repartiendo sonrisas y saludos a todo aquel que encontraba a su paso.
Juan Rivas era el típico chalateco que se describe en el Poema de Amor de Roque Dalton como uno de los “tristes más tristes del mundo” quien a lo mejor no murió de paludismo, pero sí rodeado de soledad, angustia, indigencia y desdenes de una sociedad que nunca supo de sus lágrimas ni tan siquiera el día de su partida.
La muerte de Juan a lo mejor ha pasado inadvertida porque no fue el típico personaje público con vida social, a quien todo mundo le rinde pleitesía, a quien todos envían flores al fenecer, a quien le sobran esquelas fúnebres en los periódicos por su partida; el deceso de este humilde ciudadano es uno más entre tantos que la humanidad ignora por su sentido deshumanizado.
Todos hoy día nos la pasamos cautivos pensando en la angustia del coronavirus más las recientes tormentas tropicales Amanda y Cristóbal; los políticos y personas altruistas de Chalatenango se olvidaron que ahí muy cerca en los portales del departamento, tenían la mejor prueba de fuego para demostrar su amor a Dios, su solidaridad y vocación de servicio.
Ojalá que la muerte súbita de Juan se convierta en el mejor ejemplo hacia un cambio de mentalidad y actitud para muchas familias que a lo mejor siempre han visto en el ícono de la pobreza económica el pretexto enfermizo de marginación social.
A Juan Rivas ya no se le veía en los portales del casco urbano de Chalatenango, seguramente por las restricciones derivadas de la emergencia nacional por el COVID-19, que inició hace 74 días; de la noche a la mañana se esfumó y nunca más se supo de él hasta días recientes que se confirmó su muerte misteriosa.
“Juancho era una persona educada, amable, respetuosa y siempre tenía un saludo para cada chalateco que se encontraba por las calles; su gran problema es que por la condición de pobreza mucha gente lo veía como un ciudadano ignorado, actitudes que no deben seguir pasando ya en nuestro querido Chalatenango porque todos somos iguales ante Dios” dice el chalateco emprendedor, William Monje.