La tumba del guerrillero, dónde, dónde, dónde está?…

Carlos Elías Menjívar
carlosemenjivar69@gmail.com
Ex Combatiente que vivió en carne propia cada instante de esta dura guerra.

(ENN) 11 de noviembre de 1989, aconteció un hecho inédito en la historia militar latinoamericana, que quizá tenía más que connotación militar, un profundo contenido político, cuyas consecuencias aún ahora se cosechan.

Ese acontecimiento esculpió a base sacrificio y convicción de miles y miles de personas, por eso cada vez que lo recuerdo es como si convocara las lágrimas que a esta fecha aún no cesan y se asoman desde el alma.

Ese día, más o menos a las 6:30 de la tarde, desde las estribaciones del volcán de San Salvador, habíamos iniciado el acercamiento a nuestros objetivos militares… las misiones eran en sectores sensibles del poder económico, nosotros no éramos una fuerza muy grande, pero si lo suficiente para desestabilizar las defensas del ejército en esa zona, a nuestro alcance estaba hasta el mismísimo estado mayor del ejército…

Días antes andábamos como hormiguitas, con Alex «cotuza», habíamos enterrado cantidad de abastos, con Inés el “pulun pulun”, habíamos enterrado cantidad de munición… por asuntos de compartimentación no se decía la envergadura del desmadre al que íbamos, pero los meses anteriores, los movimientos de tropa nuestros, el ir y venir de la logística anunciaban una maniobra militar importantísima.
Así las cosas, ese día 11 a eso de las 4:00pm nos asignan a un compa, de porte, así como intelectual, de lentes, un poco gordito, estudiante, recién llegado, claramente un compa de La Metro, pues bien, a eso de las 6:30pm agarramos camino… a las 9:00 de la noche se rompería el secreto, (ya no tan secreto en realidad), pues en La Metro ya estaban aconteciendo enfrentamientos dispersos.

La columna en que íbamos de pronto se detuvo, Chejo e Isaías, llevaban sus pelotones, Felipito con las fuerzas especiales… al detenernos el compa urbano de quien les hablo se sentó en un borde de la vereda entre el cafetal, yo puse el pie en el borde, me apoyé en mi fusil y platicaba con el compa, quien bien inocente me pregunta: Compa ¿Y por donde vamos a dormir? Esa fue una cachetada que me dió, puta nos habían asignado a un compa, y el compa no estaba claro de que íbamos a una tarea militar, yo sorprendido, me le acerqué, le dije compa cuando lo mandaron, no le explicaron bien…y le digo, mire ahorita vamos ya a la tarea…y vamos a descansar hasta después… el compa me vió, sonrió y ya no logramos hablar más pues reiniciamos la marcha…


Él se incorpora y siguió a los compas, yo les deje pasar y me incorpore a la columna con mi gente, a la media hora, sentí que íbamos caminando por otro rumbo… Así que aligeré mi marcha pasando a los compas, y me fui a la cabeza de la columna, y me voy encontrando al compa urbano que iba abriendo camino a ciegas… se había despegado de la columna y se había quedado perdido. Por la puta dije yo, y regresé a buscar a Alfredo que era el jefe nuestro y le digo, mire nos perdimos de la columna, Alfredo se paró, vió y dijo bueno pues sigamos y apurémonos pues eran como las 8:20pm y para llegar a nuestro objetivo debíamos entrar a la ciudad, avanzar un poco profundos y eso no estaba tan fácil, para ahorrar tiempo, dejamos las veredas y comencé a guiar yo la marcha (sí, yo el despistado, jaja), menos mal ahí conocía bastante bien, gracias a la «cotucita» (Alex), con quien días antes habíamos explorado.. bajé por un tablón de café y luego subimos una laderita… Y otra vez el compa urbano, iba de arrastras, resoplando de cansancio, y prácticamente se dejó caer, resollando… Yo me pare a un lado de él, le deje descansar un poquito y llegó Alfredo, al verlo bien jodido, platicamos y decidimos repartirnos su carga, para que caminara más rápido, un compa agarró la mochila, otro agarró las granadas antitanque que llevaba, otro los arneses y otro hasta el fusil, y asi logramos salir a la orilla de la calle, y comenzamos a introducirnos por la ciudad… a esa hora aun iban y venían muchos vehículos, que al ver los bultos negros que corríamos en zig zag, frenaban bruscos, y se detenían, sin entender que pasaba, si ese lugar por los tiempos de los tiempos había sido oasis de paz para ellos… iba incluso un vehículo con placas diplomáticas que al ver que éramos guerrilleros, abatido, hasta intento sobornar a los compas que le detuvieron…. Quizás mejor lo hubiésemos llevado, veah.. el caso es que llegamos a nuestro objetivo, con 15 o 20 minutos de retraso, ya a las 9:00pm el secreto se había roto y la capital tronaba, las radios insurgentes y las emisoras anunciaban nuestra incursión a la capital y bueno se armó la de San Quintín.


Claro, como nosotros llegamos tarde, el pajarito por el que íbamos se había volado y solo estaba la fuerza militar que le protegía, los cuales nos recibieron a balazo limpio…
A eso de las 9:25pm del 11 de noviembre, una bala impacto la frente de aquel compa urbano, de quien nunca supe su nombre, ni quien era, ni que estudiaba, ni como había llegado hasta ahí… cayó redondito detrás mío…. El enfrentamiento inicio con desventaja por nuestra parte, pero yo seguí con mi gente hacia el lugar que me correspondía y Alfredo se fue a su lugar, pero por supuesto no logramos nuestro cometido ante la tardanza en que llegamos.


¡Las comunicaciones eran nulas, y yo con mi gente después de unas tres horas, decidí buscar a Alfredo y analizar que debíamos hacer, así es que di vuelta a la cuadra, llegué donde estaba Alfredo y puta mano, lo voy a encontrar herido! Una bala le había perforado toda la cara y él a duras penas se mantenía dirigiendo y curándose él solito… claro los compas que estaban con él, al verle herido no estaban con muchos ánimos, y además unos metros adelante estaba inerte el cuerpo del compa urbano…. Asaltemos me dijo… bien me acuerdo… la vieja dije yo, este compa está loco, no le respondí, nos van a joder, reventémosle una mina le propuse, bien me dijo, me quite la mochila, agarre una mina de esas que nosotros hacíamos, me arrastre pegadito a la cuneta, llevando la mina, la coloque frente a las trincheras de los militares que me rafaguiaban de manera infernal, pero yo pegadito al suelo, arrastrándome como culebrita, me aseguré que los cables de la mina estuviesen bien y regresé, puta bajo una cortina de balas que juela y sin que nadie me cubriera pues nuestras posiciones no lo permitían, pues a pesar de eso logré regresar con bien y Alfredo detonó el minazo, y aquel lugar reventó… hasta las cañerías de Anda colapsaron, y después de eso reinó el silencio…. Del lado del ejercito ya no hubo nada… Y a pesar de que Alfredo quería asaltar yo no lo permití, pues el riesgo era inmenso, él mismo estaba herido, los otros combatientes no estaban muy moralizados y no era pertinente.


Así que nos retiramos… quedando en el lugar el cuerpo de aquel compa urbano, de quien nunca supimos nada, solo quedó ahí, su cuerpo después fue quemado.

Cada 11 de noviembre recuerdo a este compa y esa triste historia. Cuantas veces los acontecimientos opacan o sepultan esas historias humanas, que a uno que fue partícipe de ellas, le revuelcan el corazón.

Ayer yo le contaba esta historia a una importantísima persona que le da paz a mi ser y no pude evitar llorar… sus manos limpiaron mis lágrimas, respire hondo y dí gracias a Dios, que al menos yo, pueda recordar a aquel compa… y tararear ahora aquella canción hermosa… la tumba del guerrillero, dónde está?….

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