“Los acuerdos bajo la mesa de paz”

El 16 de enero de 1992 se firmó los Acuerdos de Paz en Chapultepec, México, entre el ejército militar de El Salvador y la Guerrilla Salvadoreña (bandos que lucharon una guerra civil durante 12 años). Hoy, en este año 2020, se cumplen ya 28 años desde aquella fecha.

 

Por: Vladimir Zaldaña Columnista El Norteño News

(ENN) Por lo menos 75 mil almas perdieron la vida en el conflicto, entre personas involucradas y esclavos de una lucha social. Para abril de 1990, en Suiza, se firmaron acuerdos para llegar a negociaciones entre ambos bandos. En julio de ese mismo año, se firmó el Acuerdo de San José, donde se declaró respetar los derechos humanos de las partes en contienda.

Según el informe de la Comisión de la Verdad, develado un año después de la Firma, aseguró que el 85% de los asesinatos habían sido perpetrados por fuerzas militares, y el 15% por la Guerrilla Salvadoreña, pero, ¿a qué acuerdos llegaron?

Con una Ley de Amnistía de 1993 cerraron los ciclos de las víctimas durante un conflicto armado. Con los únicos artículos operantes en este país, quisieron callara la boca de madres, hermanos, padres y hasta hijos que perdieron a uno o muchos de sus familiares en 12 años de guerra financiados por Rusia y Estados Unidos.

Más de un millón de dólares diarios circulaban como agua de grifo por nuestro país para comprar armamentos que solo servirían para asesinar a los propios hermanos salvadoreños. ¿Para quienes trabajaron esas 75 mil personas fallecidas?

No son 84 curules ocupados por personas elegidas por el pueblo, sino espacios que cuentan una historia negra, entre asesinos y cómplices; hijos de personas que sin piedad les robaron la infancia a niños salvadoreños lavándoles el cerebro para mandarlos a luchar, y muchos otros robándoles su identidad y hoy se refugian en brazos de padres que nunca llevarán su sangre y que son buscados sin cansancio desde acá.

Cuidado con aquellos que siguen pensando que un conflicto terminó por una firma en un papel, porque no se trata de cerrar heridas con fomentos de agua tibia, sino con hilos fuertes que logren amarrar la verdad y la justicia.

Hoy todo se maneja entre maletines negros, el silencio sigiloso de los actores y quienes dicen llamarse víctimas… y sí, son víctimas privilegiadas de un conflicto. A pesar de que digan que las guerras hacen desarrollar a los países para bien, acá parece ser lo contrario, porque no evolucionamos, sino involucionamos.

Los acuerdos bajo la mesa de paz sólo cubren lágrimas de personas inocentes, ataúdes cubiertos dos metros bajo tierra, huesos encontrados en lugares que se convierten en símbolos de turismo para el extranjero y, lo peor, es que aún con su edad, a 31 años desde que inició la guerra civil, a sus casi 80 años, siguen queriendo causar dolor a las familias de sus víctimas esperando a que la vida calle las bocas de quienes cuentan la verdad de lo sucedido.

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