Y ahora ¡el Coronavirus! ¿Dónde está Dios?

Los expertos temen que se convierta en una pandemia. Ya para el 2 de febrero del 2020 había más de siete mil (7,000) personas infectadas en China. El virus se está extendiendo a otros países.

Jaime Ernesto Siman
Investigador
Columnista de El Norteño News

(ENN) La humanidad ha sufrido a lo largo de su historia el azote inexorable de plagas y virus crueles, dejando tras su paso miles de huérfanos y viudas, devastando aldeas y pueblos enteros. La peste bubónica que atacó Europa en 1347, cobró la vida de unos veinticinco millones (25,000,000) de niños, jóvenes, y ancianos en un periodo de cincuenta años; la tercera parte de los habitantes del continente.

La Gran Epidemia de Gripe de 1918, conocida también como la Gripe Española, infectó a la tercera parte de la humanidad, quinientos millones de personas en todo el mundo (500,000,000). De ellas, un total de treinta y cinco millones (35,000,000) murieron.

En la actualidad, mil mujeres jóvenes (1,000) contraen el virus del HIV cada día. En el 2018 las víctimas que murieron por SIDA, enfermedad causada por el HIV, fueron setecientos setenta mil (770,000).

Y ahora, ¡el Coronavirus! ¿Dónde está Dios? ¿Acaso Dios no tiene compasión del sufrimiento desgarrador que experimenta una madre que pierde a su hijo?, ¿o de un pequeño que pierde a sus padres? ¿Será que Dios no existe?

Es interesante notar que, con ayuda de la tecnología moderna, el microscopio electrónico, los expertos han podido fotografiar el coronavirus (2019-nCoV). Cada célula afectada reproduce miles de nuevas partículas del virus. La persona infectada la transmite a otras en su proximidad, las cuales son infectadas al ser expuestas a gotas de saliva o mucosidad que el enfermo dispersa en el aire, o sobre superficies cercanas, cuando tose o estornuda.

Los expertos temen que se convierta en una pandemia. Ya para el 2 de febrero del 2020 había más de siete mil (7,000) personas infectadas en China. El virus se está extendiendo a otros países. No, yo no he visto personalmente una partícula del coronavirus, y no tengo ningún deseo de tener un encuentro con él, pero sé que existe. Muchos están exhibiendo los síntomas específicos, y ya hay varios muertos.

De la misma manera, no vemos a Dios con los ojos físicos, pero los “expertos” sí lo han visto. Abraham, Moisés, y otros hombres antes de la venida de Cristo tuvieron un encuentro con Él. Y luego Jesús, quien dio testimonio de conocer personalmente al Padre, lo reveló a sus discípulos en forma personal. Testigos fidedignos escribieron sobre sus encuentros y revelaciones.

Los escritos de estos expertos nos muestran que Dios creó al mundo en estado de perfección. Debido a la rebeldía en el Edén, al principio de la creación, el pecado entró en la humanidad, y la corrupción, enfermedades y muerte al mundo físico. El gobierno de este mundo, que había sido entregado a Adán fue cedido al Diablo, el padre de la mentira, a quien Jesús llamó también “el príncipe de este mundo”.

El Diablo ha sido un homicida desde el principio (Juan 8:44), quien entró al mundo para robar, matar y destruir. (Juan 10:10). ¡Las evidencias abundan! Pero, Dios ha venido al rescate de su creación.

Juan, seguidor de Jesús, escribió: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1:1-4)

Muchos de los profetas del Antiguo Testamento pagaron con sus vidas por decir la verdad. Los apóstoles también pagaron con sus vidas por dar testimonio de Jesús, de sus palabras, y de su muerte y resurrección, de su ascensión al cielo, y próxima venida. Nadie da su vida por una mentira, si sabe que es una mentira. Los apóstoles vieron a Jesús resucitado, y proclamaron su vida y mensaje al mundo a costa de sus vidas. Ellos sabían que su mensaje era, y es, verdadero; y la promesa de vida eterna también.

Juan escribió que Dios ama al mundo. Dios ama tanto al mundo que, “dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Jesús declaró: “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final.” (Juan 6:40)

No he visto el coronavirus, pero puedo creer el testimonio de los que lo han visto. El mundo ha sufrido y sigue sufriendo por el ataque de virus fatales. Y de igual manera, pero a mayor grado, y con peores consecuencias, el mundo sufre, cada persona sufre, de un virus espiritual, el pecado. Los síntomas son claros. Todos tenemos pensamientos y tendencias e inclinaciones que no son buenas. Son resultado del pecado que habita en cada persona.

Y nuestro pecado infecta a otros, y el de otros nos infecta a nosotros. El resultado es además de la corrupción moral, el caos personal y social, y la muerte física; la separación y condenación eterna.

Los expertos indican que la medicina está en Jesús, en confesar nuestros pecados a Dios, darle la espalda a la práctica de lo que no debemos hacer; y recibir a Jesús como Señor de nuestras vidas, recibiendo su Espíritu Santo para seguirle. Su sacrificio en la cruz paga la deuda enorme que nuestros pecados acumulan ante un Dios recto y perfecto, un juez justo que demanda justicia, y no puede dejar ir libre al culpable. (Hebreos 10:11-18, Romanos 10:5-15, Juan 10:27-30, Hechos 1:8).

La evidencia de vidas transformadas son testimonio de que la medicina es efectiva. Las profecías bíblicas cumplidas dan testimonio que el autor de la Biblia es el Creador, que existe fuera del tiempo, y conoce el futuro. Sus promesas de vida eterna son una esperanza viva y segura, afirmadas con la resurrección de Jesús. Su advertencia de separación y castigo eterno para quienes rehúsan reconciliarse con Jesús, y obedecer su palabra, una solemne y triste predicción.

Jaime Simán, siervo de Jesús
© Jaime Siman 2020 – Derechos Reservados. Publicación autorizada al Norteño News.
Escrituras bíblicas tomadas de: La Biblia de las Américas, © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso.

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