POESÍA Y AUTOR 

Hoy tengo el honor de presentaros a la escritora argentina, Natalia Camodeca. Autodidacta y una gran lectora.

Amante de la naturaleza, a nuestra poeta de hoy le gusta hablarle a su perra y a las plantas. Confiesa además, que le encanta comer y sobre todo, beber mate.

Esto es para la autora la poesía y así es como ella define su obra:

«La poesía para mí es todo lo que rebasa, lo que rebasa del sol, de un paisaje, de una persona, una situación. Ahora, eso que rebasa si bien está a simple vista, suele acumularse en un rincón.

Por tanto la poesía son esos rincones llenos a reventar, incluso a reventar de ausencia y silencio.

No todos ni todo el tiempo sienten poesía, porque esencialmente es un hechizo, una posesión incluso.

Mi poesía es narrativa, comienzo desde una imagen puntual y a partir de ahí sale la historia anclada a una sensación o idea existencial. No suelo escribir desde la emoción o sentimiento, aunque no por eso mi poesía carece de esos elementos.»

Natalia Camodeca

Disfrutaremos de dos de sus poemas y conoceremos su biografía.

Su poesía es esa historia que te hace viajar, ese tren del que no quieres bajar. Letras llenas de imágenes y sensaciones que te transportan a otros lugares. Introspectiva, reflexiva y sorprendente.

Natalia Camodeca, una maga de las letras.

Poesía con poso, que enamora.

✔Por Mirelha
@mireyaguzmanburgos

BIOGRAFÍA 

Nacida en Buenos Aires, vive desde hace unos años en Barcelona.
Perteneciente al colectivo internacional de poetas Amazionante. Licenciada en Letras y correctora de textos. Escritora, poeta y actríz de teatro.
A esta poeta autodidacta y apasionada de las letras, le encantan los diálogos de Eugene O’Neill y de Strindberg, Ibsen, Miller. Entre sus lecturas favoritas están: Gógol, Tolstoi, Borges, Pérez Galdós, Inclán, Poe, Rivera, Paz, Manuel Mujica Lainez y Márquez.
En cuanto a poetas, Natalia nos dice:
_ Solo diré que con Pizarnik descubrí una envidia terrible y poco sana.
@natuki87

👉 SELECCIÓN DE POEMAS

POEMA 1

Quién no vio el césped de la montaña
viajar al viento en verdes pulsos
o descubrió el sol
en el café de la mañana.
Quién no dio el primer mordisco
y de jugo de manzana
se bañó su risa
o sobrevoló un mar azul y manso
al oír una gaviota.
Sin embargo, cuántos,
donde el viento se detiene
y el césped vuelve a ser césped,
donde la tierra y el cielo
están separados (y no por un café),
donde la manzana es solo fruta
y la gaviota solo blanca,
cuántos se sintieron inspirados.

POEMA 2

De una gota de whisky
Cuelga todo.
Vieja costumbre la mía
de jugar con el dedo en el vaso.
Mi mirada se va al sonido de tus brazos cruzados
al otro lado de la mesa.
Suspira tu cigarrillo,
tus ojos quietos me fascinan
así, posados sobre la puerta,
la pupila nerviosa
nerviosa no
tensa.
Cae la ceniza y arriba tu sonrisa tensa
tensa no
más pájaro al que le abrieron la jaula.
El hielo en el vaso de whisky
se ríe de mí con su crepitar,
revuelvo tu sonrisa en el vaso
siendo yo el confundido,
el de las arenas movedizas en el estómago….
Me quieren tragar.
Me atraganto y te sonrío
en un intento de            aferrarme a algo.
Un grano de sal me habría bastado
pero el hielo se ríe.
Encenđés otro cigarrillo.
Veo el punto rojo en el espejo del salón
y al otro lado de la mesa, mi sonrisa.
Solo que no sonrío.
Bebo el whisky aguado
hasta la última gota.
Me levanto y me voy como quedamos.
Así, sin gotas de nada.

(«Huella Poética » bajo la dirección de Mireya Guzmán Burgos escritora de nacionalidad española. Escribe poesía bajo el seudónimo de Mirelha @mireyaguzmanburgos) 

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