DOMINGOS DE POESÍA. AUTORES

Nancy Cunard fue una escritora, poeta, polista, editora y periodista británica. Destacó por su activismo social y su mecenazgo en literatura. Nancy fue una figura central en la vida artística e intelectual europea entre los años 20 y 40.  El poeta Harold Acton afirma que ella “inspiró a la mitad de los poetas y artistas de los años 20”, los que vieron en ella la Gioconda de la época.

Neruda escribió de ella: “Pesaba 35 kilos cuando murió. Solo era un esqueleto. Su cuerpo se había consumido en una larga batalla contra la injusticia en el mundo. No recibió más recompensa que una vida cada vez más solitaria y una muerte desamparada.

 

Disfrutaremos de dos de sus poemas y un tercer poema de mi autoría, que podréis leer desde esta misma web.

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✔Por Mirelha
@mireyaguzmanburgos

Poema1

Guerra (1921)

Y seguimos con nuestra vida mientras otros mueren por nosotros;

Una vida que, en la gloria del dulce verano, todavía

ignora la muerte, pero que sabe que la vida será

despiadada con ellos – y, en consecuencia, con nosotros.

Demasiada sangre valiosa yace en los campos de batalla,

Demasiadas coronas son hechas para un solemne pesar;

Nos levantamos del llanto, y el cruel mañana

no puede hacer otra cosa que ceder a un mayor dolor.

Todavía no ha surgido ningún dios que con justo

y firme juicio detenga este curso de la guerra

y haga cesar la destrucción; diciendo:

“La ley de la naturaleza ha sido largamente quebrantada”.

Todavía nadie se ha atrevido a extender una mano poderosa,

a ordenarle a la Muerte que se marche,

a romper la corriente de este mundo de desesperación.

Poema 2
Un exilio (1923)

Ni miedo ni esperanza tenía él, sólo la mirada de la paciencia

enmascarando la emoción; sí, el alma misma

fue escondida eternamente, y hacia atrás se arrastraban

los anhelos diarios, las llamas encendidas del deseo

que iban hacia adentro, para ser encerradas en la ardiente celda.

El amor se movió allí con cautela como un prisionero

tan a menudo desconcertado en el conflicto, helado por la duda

y martirizado, desvaneciéndose en su dolorosa cruz.

Nunca levantó las manos para apoderarse y abrazar la aventura;

Pero en el silencio esperaría a que la vida

llegase haciendo señas, liberándolo

de la imposición de las voces furtivas de la memoria.

Los salvajes, los impacientes y los más pródigos,

incluso aquellos que juzgaron que esta naturaleza era profunda,

pausaron por un momento reflexionando, sacudiendo

la cabeza, diciendo: “Este es un sombrío destierro –

Puesto que la soledad envuelve a este hombre”.

[Sección «Huella Poética » bajo la dirección de Mireya Guzmán Burgos escritora de nacionalidad española. @mireyaguzmanburgos]

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