IMPULSESE CON SUS EMOCIONES NEGATIVAS
Dra. Margarita Mendoza Burgos para EN News
A veces, por una cuestión de imagen, queremos ocultar nuestras emociones negativas. Aparentamos estar bien aunque por dentro la ira o la tristeza nos corroe. Reprimir esas sensaciones no es bueno. Por el contrario, permitir que se manifiesten puede ayudar, ya que nos proporcionan una fuente de ideas para pensar en qué podríamos mejorar o invertir nuestro tiempo. Además, nos preparan para tiempos peores.
Reprimir la ira, la rabia, la pereza, la desilusión o la tristeza cuando brotan naturalmente nos hace daño. En cambio, si en vez de suprimirlas podemos hacerlas conscientes, luego aprenderemos a manejarlas de forma más adecuada. Al fin y al cabo, son momentos en nuestra vida y debemos mitigarlas de la mejor manera, que no siempre es ocultarlas o ignorarlas.
La evitación emocional es una de las mayores fuentes de problemas en la salud mental. Todos los trastornos de ansiedad se mantienen porque la persona evita sentir miedo para intentar protegerse. Las emociones desagradables pueden doler, pero es fundamental escucharlas. Nos ayudan a detectar un problema para poder enfrentarlo. Los sentimientos de enojo, por ejemplo, nos advierten que alguien nos está avasallando, atravesando un límite o aprovechándose de nuestra confianza.
Si bien no es fácil aceptar las emociones negativas y convivir con ellas, tampoco es imposible y es el primer paso para aprender a manifestarlas y cambiarlas de una forma más adecuada. No somos perfectos y como seres humanos el manejar las emociones empieza con detectarlas y llamarlas por su nombre. Aun los animales tienen emociones y les enseñamos a manejarlas para hacerlos más adaptables al ambiente que les rodea. Así somos los humanos, aunque muchos no superamos a las bestias en el manejo de las mismas.
Un estudio realizado por el psicólogo australiano Joseph P. Forgas descubrió que la tristeza puede “mejorar el rendimiento de la memoria, reducir los errores de juicio, mejorar la motivación y dar lugar a estrategias interpersonales más eficaces”. Según investigó, “la tristeza aumenta el pensamiento detallado y atento que mejora la perseverancia y los estilos de comunicación persuasiva”. Forgas concluye que estar triste activa una “leve señal de alarma que desafía a las personas a esforzarse para cambiar ese estado desagradable”.
Esto demuestra que se puede lidiar con las emociones negativas sin caer en la depresión o desesperación, sobre todo cuando hay un entrenamiento previo y si no hay nada orgánico o físico de por medio. Pero hay que recordar que aun una mala infancia puede condicionar las mentes de cada quien, por eso no es extraño que el mayor índice de malas reacciones se den en los sustratos menos proclives a manejar y reconocer emociones y muchas veces en los sustratos menos favorecidos economicamente y con poco acceso a la salud mental, aunque hago incapie que no depende solo del factor economico.
También sucede que las expresiones exageradas de dolor, ira o aceptación se repiten de una sociedad a otra. Actualmente, con tanta transculturación, éstas se vuelven más laxas , mejoran o enpeoran dependiendo el marco del país en el que hemos estado viviendo.
Con la globalización se ha vuelto, desgraciadamente, menos sofisticada y más vulgar la forma de manifestar nuestras emociones y muchos otros aspectos culturales. Sin embargo, así como no hay dos huellas digitales idénticas, es difícil encontrar una persona que reaccione igual a otra ante las diferentes circunstancias.